martes, 23 de junio de 2009

¿Dónde nació Pedro Camejo, el Negro Primero?

Ponencia presentada en el I COLOQUIO AFROVENEZOLANO "JUAN PABLO SOJO" BIBLIOTECA PÚBLICA CENTRAL, San Juan de los Morros, Estado Guárico 21 de mayo de 2009


Eduardo López Sandoval

Abogado e historiador


EN LA VILLA DE TODOS LOS SANTOS DE CALABOZO.

Ante el título de la presente ponencia, que es la pregunta, ¿DÓNDE NACIÓ PEDRO CAMEJO, EL NEGRO PRIMERO?, tenemos el nombre de este primer aparte, que es: EN LA VILLA DE TODOS LOS SANTOS DE CALABOZO.

Determinar el lugar dónde nació el Prócer de la Independencia, Pedro Camejo, es un espacio para el debate entre historiadores. Luego desarrollaré algunas ideas acerca de este tema del “debate”, de la confrontación de ideas y posiciones que se tienen acerca de controvertidos aspectos de la historia.

Veamos que nos dice el profesor de Historia de Venezuela Ubaldo Ruiz, Maestro-Historiador de la Universidad Experimental Rómulo Gallegos, ante la pregunta, que es el repetido título de este trabajo: ¿DÓNDE NACIÓ PEDRO CAMEJO, EL NEGRO PRIMERO?. La respuesta textual fue: “Yo creo que, … aplicando los conocimientos, la lógica, … y un poquito de cariño por esta tierra, yo creo que: …Pedro Camejo, el Primero, nació en Calabozo”.

“Pedro Camejo, valeroso Teniente de Caballería al servicio del General José Antonio Páez. Conocido como Negro Primero, por ser negro y el primero en entrar en combate. Nació en algún lugar del Alto Llano alrededor del año 1.790.”.

Destáquese la imprecisión al afirmar que: “Nació en algún lugar del Alto Llano alrededor del año 1.790”. Esto lo afirma la página oficial E:\Portal Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.htm, en el aparte denominado Héroes y Personajes Ilustres.

En el portal de Internet identificado: E:\Pedro Camejo (El Negro primero).htm, se lee: “Pedro Camejo. (El Negro Primero).

Pedro Camejo nació en San Juan de Payara, Estado Apure en 1790. El apodo de Negro Primero que le distinguía se había inspirado en su bravura y destreza en el manejo de la lanza. Vecino de Achaguas o de San Juan de Payara. Había sido esclavo de Vicente Alonzo, de Apure.”.

La denominada Gran Enciclopedia de Venezuela, también fuente de Internet, dice: “Nació en los llanos venezolanos hacia 1790.”.

La respetada enciclopedia de la Fundación Polar afirma que era un teniente del ejército patriota vecino de Achaguas o de San Juan de Payara. Y dice textualmente: “Había sido esclavo de Vicente Alonzo, de Apure.”.

En la página: E:\VENEZUELA VIRTUAL Historia de Venezuela Personajes Ilustres Pedro Camejo.htm, se nos dice: “Pedro Camejo nació en San Juan de Payara, Estado Apure en 1790. Pertenecía a la clase esclava y trabajaba para Vicente Alonzo.”.

Seguimos con la red virtual:

El Historiador, Oldman Botello, me escribió a través de la red:

“Hola: En mi librito sobre Cunaviche consigné lo que me dieron dos viejecitos en la plaza Bolívar de ese pueblo hace como diez años, que el Negro Primero nació en Las Tapias, al suroeste de Cunaviche y no en San Juan de Payara.”.

Repito: el tema es por demás interesante para el debate. Podríamos decir que ya hay un debate no declarado.

Hablemos de Historia y Debate. Hablo ahora, entonces, de una nueva Escuela de Historia nacida en España, que se denomina precisamente Historia a Debate. Y representa una alternativa de la teoría de la historia ante la crisis de los paradigmas de estos tiempos de albores de siglo, que se fundamenta en la posibilidad de aprovechar las ventajas de la comunicación por Internet para realizar, acerca de los temas históricos, un debate donde no existan las tradicionales fronteras que impidan la participación de todos los historiadores del globo. Los cultores de esta corriente de pensamiento historiográfico, que se disemina en el mundo con la potencia que el medio de la telemática les permite, dicen, en la presentación que podemos leer en cualquier parte del mundo, y a cualquier hora, que la Historia a Debate, -que abrevian Had-, es:

“HISTORIA A DEBATE es una RED estable que, en tiempos de fragmentación, comunica y reúne a historiadores de todo el mundo, mediante actividades presenciales y en la red de redes, dentro y fuera de las instituciones académicas, que busca dinamizar intercambios y contactos multilaterales entre sus miembros más allá de las fronteras de la especialidad y de la nacionalidad, de las diversas filias y fobias, de cualesquiera ideología cerrada.

“HISTORIA A DEBATE es un FORO permanente de debate, en tiempos de transición paradigmática, sobre la metodología, la historiografía y la teoría de la historia; sobre la práctica renovada de la investigación y de la divulgación histórica; sobre la docencia de la historia, en la universidad y en las enseñanzas medias, y su relación con la investigación y la reflexión historiográfica; sobre los problemas académicos, profesionales y laborales de los historiadores, sobre todo jóvenes; sobre el interfaz y el compromiso del historiador con la sociedad, la política y la cultura de nuestro tiempo.

“Procuramos, en consecuencia, a través de un intercambio académico y digital, de la investigación, la reflexión y el contraste de pareceres, aquellos consensos posibles y necesarios, los nuevo (s) paradigma (s), para, desde la diversidad, afrontar con éxito los cambios históricos e historiográficos que nos trae el nuevo siglo.

“HISTORIA A DEBATE es un TALLER de experimentación y puesta al día, en tiempos de grandes retornos, en todo lo relativo al uso crítico y reflexivo de las fuentes, a los temas, teorías y enfoques de la investigación empírica, a lo que -sin duda, restrictivamente- llamamos oficio de historiador. Nos interesan nuevas propuestas de líneas de investigación, incluyendo las que están surgiendo, o que pueden surgir, de la reformulación creativa de los enfoques sabidos, porque pensamos que ni lo nuevo es necesariamente bueno y lo viejo necesariamente malo.

“HISTORIA A DEBATE es, en suma, un PROYECTO historiográfico, en tiempos de individualismos, abierto y global, de jóvenes -y menos jóvenes- historiadores, para cambiar el mundo de la historia (nos contentamos con seguir influyendo positivamente sobre los cambios en marcha) con propuestas de avance y progreso histórico e historiográfico para su debate y virtual consenso en la plural comunidad internacional de historiadores.

“HISTORIA A DEBATE ha dado el 11 de septiembre de 2001 un importante paso como PROYECTO colectivo con la elaboración y difusión de un MANIFIESTO que nos define como tendencia historiográfica, sin menoscabo de la pluralidad de la red, en debate y relación con la continuidad simple de la historiografía de los años 60 y 70, el positivismo que renace y el posmodernismo que decae.”

Esta información la podemos encontrar en la página web de la red Internet: www.h-debate.com

Y la dirección de correo electrónico es: h-debate@cesga.es .

Esta página cuenta con 2745 historiadores de 47 países.

Después de hablarles del debate de la red, veamos ahora que nos dice la fuente tradicional. Tocable, no virtual, acerca del tema: ¿DÓNDE NACIÓ PEDRO CAMEJO, EL NEGRO PRIMERO?.

En el XI Encuentro de Cronistas e Historiadores, realizado en Valle de la Pascua el pasado año, el Historiador Miguel Álvarez Díaz, Productor y Conductor del programa de radio local Ondas Canarias, presentó la ponencia denominada: EL PARENTESCO DE LA FAMILIA CAMEJO Y RODRÍGUEZ CON EL LIBERTADOR DE URUGUAY JOSÉ GERVASIO ARTIGAS. Y en su página 7 escribe un Aparte que denomina, PEDRO CAMEJO “EL NEGRO PRIMERO”, que a la letra dice: “Según el historiador canario David Wenceslao Fernández (1992), esta familia Rodríguez Camejo, fue dueña del esclavo Pedro Camejo, conocido en la historia como “El Negro Primero”, nacido en Calabozo, que formó parte del ejercito de Boves y Morales. Y en 1816 pasa a las filas, como otros tantos llaneros, al Ejercito Republicano con el General Páez hizo toda la campaña de los Llanos, hasta que ascendido a Teniente de Caballería por su coraje y valor por el General Páez, murió heroicamente en la Batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821, dejando fama de haber sido valeroso y temerario como pocos.

“El General monárquico Ruperto Delgado, Calaboceño, yerno del General Morales, que ya estaba casado con una hija de este y Josefa Bermúdez Marín con quien había contraído matrimonio en Barcelona, en 1809. El General Ruperto Delgado estaba casado con Mariana la hija mayor, apunta en sus memorias que Pedro Camejo estuvo bajo sus órdenes en el Batallón de Caballería “Lanceros de Calabozo” hasta que deserto (SIC) y se fue con el otro grupo de llaneros para las filas del General Páez, en el año 1816.”.

(Vale este paréntesis: el Investigador de la Ponencia menciona como fuente al historiador canario, David Wenceslao Fernández, fuente que además es citada en las Referencias Bibliográficas de la Ponencia con el título INFLUENCIA DE ICOD DE LOS VINOS EN HISPANOAMÉRICA. Además de esta fuente, el autor de esta Investigación, Miguel Álvarez Díaz, nos ha informado que se corroboró esta información en el Archivo Militar de Segovia, en España. En este archivo se recogen los informes del General realista de origen canario, Francisco Tomás Morales Guedes y de su yerno, el también General Realista, -y calaboceño por más señas-, Ruperto Delgado, en la que se indica que el Negro Primero perteneció a sus filas, y lo cuenta dentro de los 220 llaneros que desertaron en el año 1816 para incorporarse a las filas de Ejército Republicano al mando de Páez).

La obra CALABOZO SIGLO XIX, del Historiador Adolfo Rodríguez, acerca del caso en debate, ¿DÓNDE NACIÓ PEDRO CAMEJO, EL NEGRO PRIMERO?, nos dice en el Capítulo que denomina TEATRO DE MISERIA Y CALAMIDADES, y cita al Padre José Ambrosio Llamozas quien el 31 de julio de 1815 escribe un memorial al rey Fernando VII, a quien le dice, le parece faltar, -cito-, “a los deberes de mi encargo y a los gritos de mi conciencia, en no manifestar con sencillez y verdad a V.M. lo que concibo y entiendo ser conducente a instruir su Real animo”.

Continúa el Padre Llamozas, a la letra: “Las desgracias que por tantos años han afligido al territorio de Venezuela, los horrores que han destrozado este hermoso país cubriéndolo de sangre y de desolación, sus pueblos desiertos, sus campos convertidos en depósito de restos humanos, el inocente a las puertas de la mendicidad, viudas llorosas, padres indigentes aunque nacidos en la abundancia, esposos sin consuelo, la orfandad y el exterminio señoreando las moradas del pobre y del rico, el noble y el plebeyo … el desorden, la anarquía, la infidelidad de malos vasallos y el encarnizamiento sin ejemplo, advertido constantemente en aquel teatro de miserias y calamidades …”.

Continúa el Profesor Adolfo Rodríguez, en este Capítulo muy bien denominado TEATRO DE MISERIA Y CALAMIDADES, esta vez citando a De Armas Chitty, diciendo que: “Otros calaboceños según J. Llamozas “acosados y perseguidos … pasaron al Apure y se distinguieron en la causa patriota: El General Florencio Jiménez, los coroneles H. Mujica, Francisco Guerrero, José Francisco Hurtado, Remigio Lara, Justo Silva, Comandante Diego Parpacén, Manuel Ojeda, Luciano Hurtado, Camejo conocido por el Primero, José Mirabal; oficiales Manuel Figueredo, Manuel Baldonado, Ramón García Mora, Marcelino Velásquez, Ramón Delgado, Dionisio Parpacén, Francisco Villamediana, y Comandantes de Guerrillas Francisco Carrasquel del Guayabal, el Indio José López de Guardatinajas, y Valentín Cortés y Sandoval de El Rastro”. (Rodríguez, Adolfo, pp 43-47, 2004).

Acerca del personaje en discusión, se ha pretendido colocarlo en posición de homenajeado al colocar su supuesta imagen en el billete de 5, cuando no sabemos dónde nació, dónde reposan sus restos, a dónde fueron a parar sus haberes militares, dónde está su familia. El recientemente fallecido Cronista de la ciudad de El Sombrero sí escribió: “Negro Primero Guariqueño por Evidencias”, que es el título de artículo que en dos entregas publica en un periódico regional de finales del año 1990. El Cronista Manuel Aquino escribe, luego de hacer referencia a los héroes de la historia patria nacidos por estos llanos guariqueños, y que han sido disputados sus orígenes por otras regiones, y nombra al Coronel Juan José Rondón, General Manuel Cedeño, Juan Ángel Bravo, entre otros. Acerca del Negro Primero dice el Cronista, a la letra: “Ahora abordamos algo sumamente curioso, el caso del más pintoresco, humilde, ingenuo y dicharachero de los héroes, a quien tantas veces ha cantado la épica: Pedro Camejo, considerado apureño de San Juan de Payara por antonomasia y honra del gentilicio, epónimo del municipio. Sobre el cual debemos analizar las siguientes circunstancias: el Dr. Eduardo Hernández Cartens, destacado intelectual y conspicuo apureño, cronista de la ciudad de Achaguas, en una oportunidad me manifestó, “nosotros sabemos (intelectuales apureños) que el Negro Primero no es apureño pero lo aceptamos”. El contador Manuel Moreno, igualmente apureño, sostiene la versión de que es guariqueño de San José de Tiznados.”

Más adelante el Historiador Aquino hace una interpretación de un pasaje de la Autobiografía de José Antonio Páez. Pedro Camejo, entra en la historia de la pelea por la libertad de Hispanoamérica sin duda por su valor y entrega a la patria, pero también por el destacado que le hace Páez en su autobiografía, quien relata el diálogo entre Camejo y el Libertador como sigue, Bolívar le pregunta por qué sirvió primero en las filas realistas antes de enrolarse en las filas patriotas:


¿Pero qué le movió a V. a servir en las filas de nuestros enemigos?

Miró el negro a los circundantes como si quisiera enrostrarles la indiscreción que habían cometido, [les había pedido que no le dijesen al Libertador que había peleado bajo las órdenes de Bóves] y dijo después:

Señor, la codicia.

¿Cómo así preguntó Bolívar?

Yo había notado, continuó el negro, que todo el mundo iba a la guerra sin camisa y sin una peseta y volvía después vestido con un uniforme muy bonito y con dinero en el bolsillo. Entonces yo quise ir también a buscar fortuna y más que nada a conseguir tres aperos de plata, uno para el negro Mindola, otro para Juan Rafael y otro para mi” (Resaltado en negrillas nuestro).

En la segunda parte del trabajo del Cronista guariqueño, continúa: “Don Bernardo Bautista Marrero (el isleño), fue el propietario más poderoso en las inmensas llanuras apureñas, aunque su residencia habitual era nuestro pequeño pueblo de El Calvario, al que tanto quiso y amó como al pueblito de Arafo, en las Islas Canarias, de donde era natural. Administraba sus cuantiosas propiedades hasta los llanos de Casanare, por intermedio de encargados o representantes. El 30 de septiembre de 1812, otorgó su testamento (El Calvario), y el numeral 8 del cuerpo de bienes menciona el hato Merecure comprado a los herederos de Don Sebastián Mier y Terán, compuesto de 58 leguas, además de casas, fundaciones, corrales, en el cual había sembrado 80 mil cabezas entre ganado y bestias y los esclavos: José María y su mujer Carmen, Miguelote y su mujer Felipa dos hijos de estos Juana y Miguel, Juan Rafael, Pio Diego, Toribio Gregorio, Juan Blanco Andrés, Pedro José Eusebio (supuestamente Negro Primero), Manuel José Becerra Xavier, Felipe, Juan, Carlos Francisco, Mindola, José y Juana. El hato Merecure pertenece actualmente a la sucesión Hernández Vásquez y está situado en jurisdicción de San Juan de Payara. Indudablemente que Pedro Camejo, pertenecía a la servidumbre de ese hato como esclavo marrereño (Pedro José Eusebio), el General Páez dice que había sido esclavo de Don Vicente Alfonso, no cabe duda que Alfonso era representante de Marrero…”.

Sigue el Cronista Aquino más adelante: “Cuando Camejo sostiene el dialogo con el Libertador representado por Páez, igualmente le dice que había ido a la guerra en procura de tres aperos de plata para compartirlos con sus compañeros de servidumbre Mindola y Juan Rafael. El Dr. Fleitas Beroes lo plastifica en versos(el dialogo): ¡Me llamo Pedro Camejo/ realista que se fugó; / solo aspiro Mayordomo/ una casaca marrón/ un penacho bien bonito/ que pegue con mi color;/ freno y charnelas de plata/ un caballo correlón/ una Santa Catalina,/ un machete bien cortón/ ser obediente a su mando,/ combatir en pelotón,/ encontrar para Mindola/ aperos de distinción,/ para el negro Juan (Rafal)/ silla nueva con pellón/.

“Estas evidencias nos suponen que efectivamente, el héroe era guariqueño, posiblemente de El Calvario.”

Concluye Aquino: “Nos faltaría obtener otros documentos de indispensable valor y atinentes para esta aclaración, siempre que estemos asistidos por la razón y la justicia.”

He aquí, amigos historiadores, un interesante tema para la discusión académica: Pedro Camejo, el Negro Primero, nació en Calabozo. Quienes piensen diferente están invitados al DEBATE, y los que coincidamos también.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Álvarez D., Miguel. El parentesco de la familia Camejo y Rodríguez con el Libertador de Uruguay José Gervasio de Artigas. Ponencia XI Encuentro de Cronistas del Estado Guárico. Valle de la Pascua. 2007.

Arencibia de Torres, Juan J. Francisco Tomás Morales Guedes, Capitán General. Copia de texto.

Castillo Lara, Lucas G. Villa de todos los Santos de Calabozo. El derecho de existir bajo el sol. Ediciones Fundación Carlos del Pozo. Calabozo. Guárico. 1996.

De Armas Chitty, J.A. Historia del Estado Guárico. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas. 1982.

Febres Guevara, José A. Los Héroes de las Queseras del Medio. Segunda Edición. San Cristóbal. Estado Táchira. 1990.

Fernández, David W. Influencia de Icod de los Vinos en Hispanoamérica. Asociación de Amigos Icodenses en Venezuela. Primera Edición. Impresos Loxan. Caracas. 1991.

Páez, J. A. Autobiografía Tomo I. Editorial Bedout S. A. Medellín. 1973.

Páez, J.A. Autobiografía Tomo II. Editorial Bedout S. A. Medellín. 1973.

Rodríguez, Adolfo. Calabozo Siglo XIX. Publicaciones del Rectorado. Universidad Rómulo Gallegos. Editorial Miranda. Villa de Cura. Estado Aragua. 2004.

Héroes y Personajes Ilustres. E:\Portal Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.htm.

E:\Pedro Camejo (El Negro primero).htm.

E:\VENEZUELA VIRTUAL Historia de Venezuela Personajes Ilustres Pedro Camejo.htm

Historia a Debate. www.h-debate.com

Botello Oldman. Conversación acerca del lugar de nacimiento de Pedro Camejo.

Fotografía. Arturo Álvarez D'Armas.

sábado, 20 de junio de 2009

LOS PARDOS CALABOCEÑOS

Ponencia presentada en el I COLOQUIO AFROVENEZOLANO "JUAN PABLO SOJO" BIBLIOTECA PÚBLICA CENTRAL, San Juan de los Morros, Estado Guárico 21 de mayo de 2009

UBALDO RUIZ
Historiador y profesor universitario. (Calabozo, estado Guárico, Venezuela)


Fotografías: Arturo Alvarez D'Armas*

Durante la realización de mi trabajo de investigación histórica para completar la Maestría de Historia de Venezuela en la Universidad “Rómulo Gallegos”, la cual estaba orientada a la reconstrucción del o los procesos que permitieron le erección del Templo colonial de Las Mercedes, de la antigua Villa de Calabozo, me encontré con una importante cantidad de documentos que permitían inferir que aquella edificación probablemente fue levantada mediante el concurso del grupo social llamado para entonces Pardos, es decir, el que estaba conformado por los individuos que había producido el secular mestizaje propiciado durante trescientos años por la conquista y colonización de estos territorios.
De antemano se sabía, porque estaba contenido en el libro de Lucas Guillermo Castillo Lara, Villa de Calabozo. El Derecho de Existir Bajo el Sol, que para la década de 1790 existía en la referida Villa llanera, un importante grupo de Pardos, con aspiraciones políticas, pues intentaron formar parte del Primer Cabildo calaboceño, instalado en 1776. Incluso fueron acusados por los Principales del lugar, de pretender construir iglesia aparte.
Más adelante, los documentos fueron revelando datos que permitían interpretar que fueron los Pardos quienes aportaron sus recursos, en forma de limosnas en dinero, y en especie, además de su trabajo, en la tarea que se propuso el Presbítero Francisco Gregorio Araujo, de construir una Iglesia en donde adorar a la Virgen en su advocación de La Merced. En varios de esos documentos, los frailes que dirigían las labores de construcción se referían a los vecinos con cuyas limosnas se levantaba el inmueble en cuestión, como de “gente pobre, ruda e ignorante”, y de “indigentes y faltos de decencia”, epítetos que permiten colegir que se trataba de personas no pertenecientes a los Blancos Criollos o Principales de la Villa, sino de otro grupo considerado entonces como “inferior”, pero que contaba con la capacidad de asumir la construcción de una edificación que hoy representa una de las más sobresalientes del Casco Histórico de la ciudad de Calabozo.
En el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Caracas se encontró una serie de documentos según los cuales, para el momento en que se levantaba la Iglesia de La Merced de Calabozo (1795- 1804), simultáneamente se edificaba otro templo dedicado a la Virgen del Carmen. Aunque no se identificó el grupo social al cual pertenecían los constructores de esta edificación, pues no era ese el objeto de la investigación, se pudo saber que el hijo del principal impulsor de la obra, José Antonio Montiel, no pudo ejercer en principio el cargo de Escribano que pretendía, pues era acusado de portar el “defecto de pardo”.
La Sección Matrículas Parroquiales del mismo repositorio capitalino, guarda datos a partir de los cuales es posible percibir la importancia cuantitativa de los Pardos en la Villa de Calabozo durante los primeros años del siglo XIX. Para el año de 1796, de un total de 4495 habitantes, casi la mitad, 2022 eran Pardos, mientras que Blancos sólo había 1639; también se contaban 147 Mestizos, 75 Negros Libres, y 458 Esclavos. En 1802 la proporción es similar: 2018 Pardos, 1489 Blancos, 161 Indios, 174 Negros Libres y 836 Esclavos, para un total de 4678 personas.
Como puede observarse los Pardos representaban, en números redondos, la mitad de la población calaboceña para finales del período colonial; incluso, en 1817, disminuida la población total por efectos de la guerra de independencia, los Pardos de Calabozo conformaban más del cincuenta por ciento del total de habitantes, por lo que no es de extrañar una actividad importante de este sector social en el ámbito señalado, por ello se asume como muy pertinente la recomendación hecha por el investigador, poeta y mejor amigo, Arturo Álvarez de Armas, referida a profundizar en la acción de las Pardos en los llanos venezolanos.

*Fotografìas del ponente Ubaldo Ruiz y del público asistente al coloquio.

viernes, 12 de junio de 2009

POEMAS


Iván Romero Villegas

Joven estudiante universitario y poeta venezolano

En: http://historiografias.blogspot.com / 20 de octubre de 2007



Soledad....

Recuerdo mirar el paisaje ver caer mis sueños,
volar mis temores y sumergirme en la soledad.
Ví al horizonte y ahí estaba.
Ahí estaba esa carta, la base de mi torre,
la base de mi vida.

La impotencia reposaba entre mis lágrimas,
quemando mis labios,
convirtiéndolos en sal, agrietándolos poco a poco.
dándole así un sabor amargo a mi pasado
a mi vida y a mi presente.

Huí de los lobos que firmaban mi carne con su olfato,
haciéndome recordar lo que soy y lo que seré.

Despejándome forcé una brecha entre el camino
de las imágenes fugaces que alumbraba mi martirio,

la silueta femenina que daría irónicamente
cese a mi confusión.

Ella dormía en su mullida cama
arropada en telas de impune soledad
que unían nuestros destinos.


La busqué con ímpetu hasta llegar a ella
Hallando refugio de la malvada
soledad en su cuerpo pecaminoso,
abatido por la sed caminé mis pesares por su cuerpo y
nos arropamos con la piel uno del otro.


Sumergidos por el deseo,
emergía vapor entre el roce de nuestros cuerpos,

dejando ver el sudor
que corría por su claro manto carnoso,
que poco a poco, extasiado por el dolor,
se alejaría sutilmente dando tiempo para
el inevitable retorno que ya clamaban nuestros
cuerpos eufóricos por el placer,
hambrientos de vida y compañía.
Al final de nuestro encuentro
Me despedí de su piel, raza de dioses, fundiéndome otra vez
Al hilo de la cotidiana soledad.












Solo cenizas

No fueron mas que cenizas, gritaba
No era mas que tiempo esparcido en la arena
apenas cocida por su propio aroma,
acariciada por colores tenues que sin vida
alguna arrepentirían a cualquier alma en su camino.

No habría tierra tan húmeda en mi vida
hasta que mi fugaz tacto topase con ella,
Aquella que enriquecida de arrepentimientos mortales
Secó mis heridas hasta levantarlas con mis sobras.

No esperaría más que una brecha en la arena,
una brecha en el tiempo que ya no tenía...
pues lo regalaría al suelo en mi camino

Mis rotas telas borrarían mi esencia en la arena.

No habría respuestas, no habría evidencias del
Alma sobreviviente.
Así cederían el triunfo al tiempo que
heredaría las cenizas del suelo en el camino,
que dormiría solo con orgullo por la eternidad.


Fugaz


“Todo se hunde en la niebla del olvido
Pero cuando la niebla se despeja
El olvido esta lleno de memoria”

Mario Benedetti.


No soy esclavo de relojes de arena
Ni soy una página eterna en la memoria.
Soy él verso vago de la juventud
De la prosperidad ajena
Y aun así soy el recuerdo de muchos.

Tan solo soy el pasajero
La pieza eficaz del exilio
Del destino
El naufrago de esta historia

Tan fugaz como una estrella
En esto del destino
Pasando de planeta en planeta
Siendo solo un instante de luz
Abriéndose lugar en el olvido
Paseando en la memoria.

Y quizás allí debo permanecer para siempre
Entre el olvido y la memoria
Pues no importa si le niego,
El olvido está lleno de memoria.


jueves, 11 de junio de 2009

ORÍGENES DE LA FESTIVIDAD DE LOS DIABLOS DANZANTES EN VENEZUELA.

Ponencia presentada en el I COLOQUIO AFROVENEZOLANO "JUAN PABLO SOJO" BIBLIOTECA PÚBLICA CENTRAL, San Juan de los Morros, Estado Guárico 21 de mayo de 2009

José Marcial Ramos Guédez

(Historiador. Investigador de las Culturas Afroamericanas. Doctor en Historia)










Fotografías: Arturo Álvarez D´ Armas *

Nuestro propósito es conocer los orígenes de la Festividad de los Diablos Danzantes en Venezuela, tarea no muy fácil, ya que dicha manifestación religioso-cultural, tiene sus antecedentes históricos en la Edad Media, todo ello a través de la celebración del día de Corpus Christi por parte de la Iglesia Católica, el cual fue introducido en el calendario eclesiástico de esa institución, por una Bula Papal de Urbano IV (1264) y reconfirmada en el año de 1311, por el Papa Clemente V. Posteriormente, vemos que el día de Corpus Christi, en el cual se destaca la presencia de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía (1) llegó a tierras americanas durante el proceso de la conquista y colonización. En el caso específico de Venezuela, estudiaremos cómo se organizó dicha festividad durante el período de la colonia y su prolongación hasta la primera década del siglo XXI. E igualmente, apreciamos que los Diablos Danzantes en nuestro país, recorren las calles en fechas variables entre los meses de mayo y junio, son organizados por cofradías y entre los más conocidos tenemos los siguientes: Naiguatá (Edo. Vargas), San Francisco de Yare (Edo. Miranda), Ocumare de la Costa, Cata, Cuyagua, Chuao y Turiamo (Maracay) (Edo. Aragua), Patanemo, Canoabo, Guacara y San Millán (Edo. Carabobo), San Rafael de Orituco (Edo. Guárico), Tinaquillo (Edo. Cojedes) y San Hipólito (Edo.Barinas) (2).

En la Venezuela colonial, apreciamos que la festividad relacionada con los diablos danzantes, constituyó una actividad humana de carácter colectivo, vinculada a un fenómeno de sincretismo religioso y étnico-cultural, pues, dicha celebración coincide con el día de Corpus Christi (fiesta pascual establecida en el santoral católico durante la Edad Media, como lo señalamos en el anterior párrafo), la cual en el continente americano, se ve impactada con la incorporación de los aportes tanto de los indígenas como de los africanos y sus descendientes. En tal sentido, veamos la siguiente cita: “La celebración de Corpus Christi se enmarca dentro de lo que se suele llamar la Celebración Pascual. Si bien está fuera de lo que literalmente es la Pascua, desde hace muchos años está destinada a focalizar la centralidad del misterio eucarístico, por eso al finalizar la misa, ese día, se suele hacer la procesión con el Santísimo Sacramento en las calles de cada población o parroquia […] Durante la procesión los diablos en cuestión tratan de acercarse al Santísimo Sacramento, pero al llegar cerca al [sacerdote] que lleva la Custodia, comienzan a retroceder y a temblar con lo que significa el poderío de la divina majestad presente en la Eucaristía. Los Diablos pertenecen a una cofradía con su reglamento […] bailan [según lo establecido en] los estatutos ese día de Corpus Christi. No es un acto cultural vacío, sino que tiene una connotación eminentemente religiosa” (3) Asimismo, debemos tomar en consideración, que la “…ceremonia de los Diablos Danzantes fue asimilada por los negros esclavos y por mulatos libres pues al menos se les permitía expresarse a través de las danzas rituales que la Fiesta de Corpus conservaba como tradición. De esta forma se operó un proceso sincrético o más bien de interculturación al incorporarse a esta magna fiesta cristiana, elementos rituales, musicales y danzarios de carácter africano, dándole una connotación netamente popular” (4)

Para comprender en forma integral, la festividad de los Diablos Danzantes en la Venezuela colonial, debemos estar conscientes que el territorio que ocuparon los conquistadores y colonizadores españoles a partir del año de 1498, ya se encontraba poblado por numerosos grupos indígenas, dichas etnias en la época prehispánica, estaban integradas en “…ocho áreas culturales así : Costa Caribe; Costa Occidental; Caribes Occidentales, al sur y oeste del Lago de Maracaibo; Area de la Guajira; Area de los Jirajaras y Ayamanes; Caribes del Sureste, en la cual incluimos todos los Caribes de la región del Orinoco y sus afluentes; Recolectores, Cazadores y Pescadores de los Llanos y Area Cultural de los Andes venezolanos” (5) Ahora bien, en el caso específico de los africanos y sus descendientes, apreciamos que como mano de obra esclavizada, comenzaron a llegar a la Venezuela colonial en las primeras décadas del siglo XVI, en primer lugar en las áreas costeras (pesca de perlas) y luego tierra adentro (minería , agricultura, ganadería, servicio doméstico y oficios artesanales): el litoral central, las costas del oriente, los valles de Barlovento, el Tuy, Aragua, Carabobo, Yaracuy, el Tocuyo, al Sur del Lago de Maracaibo, en la Serranía de Coro, en los Llanos del Guárico, Apure, Barinas y Portuguesa, en algunas zonas de los Andes, etc. Tal fuerza de trabajo forzada se expandió a lo largo de las distintas formaciones geográficas en donde los colonizadores establecieron sus asentamientos, en función de la obtención de metales preciosos o productos agropecuarios. (6)

En el contexto histórico de lo antes mencionado, observamos que tanto las poblaciones indígenas como la integrada por los africanos y sus descendientes, además de cumplir con sus trabajos en las distintas unidades productivas, las autoridades civiles y eclesiásticas, les permitían que en determinadas fechas del santoral católico pudieran tener un día libre para celebrar en forma colectiva las ceremonias relacionadas con sus santos o santas de mayor preferencia, ejemplo de ello, tenemos en las fiestas en homenaje a San Juan Bautista (24 de junio), San Antonio de Padua (13 de junio). San Benito (finales de diciembre y primeros días de enero), San Pedro (29 de junio) y muchas otras. Todas estas festividades religiosas se organizaban a través de cofradías, las cuales “…son hermandades de tipo religioso autorizadas por la Iglesia Católica, unidas en torno a la advocación de un santo, con implicaciones económico-sociales dentro del ámbito de su jurisdicción. Se organizaban fundamentalmente entre laicos, tomando en cuenta su condición social o étnica. Eran administradas por un Mayordomo, elegido en Cabildo de sus miembros, y cuya gestión duraba un año, con derecho a reelección. Las cofradías estuvieron avocadas a la preparación y celebración de la fiesta de su santo patrono y de su procesión en las fiestas establecidas por el calendario católico […] La fiesta del Santísimo Sacramento o de Corpus Christi es, quizás, la fiesta más popular del calendario religioso en las ciudades americanas; los preparativos de esta celebración, tanto a la víspera, como el día de la fiesta y el día de la octava, eran una verdadera manifestación de la imaginación popular” (7)

Con relación a la Venezuela colonial, tenemos los siguientes ejemplos: la Cofradía de San Juan Bautista, la cual funcionó en la Iglesia Parroquial de El Tocuyo (actual estado Lara), ya existía hacia 1657 y estuvo integrada por negros esclavos, mulatos e indios; la Cofradía u Obra Pía del Santísimo Sacramento, tuvo su sede en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Victoria de Nirgua ( actual estado Yaracuy), se fundó en el año de 1710 y se conformó con mulatos libres y la Cofradía del Santísimo Sacramento, constituida en la Iglesia de San Mauricio en Caracas durante el año de 1751 y en donde participaron morenos libres (8) Apreciamos, que en el período antes mencionado, la población africana y sus descendientes e igualmente la indígena, no le queda más alternativa que convivir y participar en los actos religiosos establecidos por la Iglesia Católica y por tal motivo ellos vieron que a través de los santos y santas de dicha religión, podían continuar tanto con sus creencias ancestrales como con los nuevos cultos que surgieron en el continente americano. Además, es conveniente tomar en cuenta, que “...en diferentes pueblos de Venezuela, como San Francisco de Yare, en los valles cacaoteros del río Tuy, donde existí una densa concentración de esclavos: los ‘Diablos danzantes de Yare’, cuyos miembros constituían una cofradía religiosa, bailaban por lo menos desde fines del siglo XVII - y continúan haciéndolo en nuestra época – el día de Corpus. En todas estas danzas se hallaba presente el sincretismo religioso y cultural, pero todas ellas estaban orientadas -por lo menos oficialmente- hacia los ritos de la religión dominante, la católica…” (9)

La festividad de los Diablos Danzantes el día de Corpus Christi, tuvo múltiples expresiones en la Venezuela colonial y aunque hubo prohibiciones por parte de algunos Obispos y otras autoridades eclesiásticas, debido al uso de trajes, máscaras, disfraces y bailes que fueron considerados como pecaminosos, tal como ocurrió en el año de 1687, cuando el Obispo de Venezuela y Santiago de León de Caracas, Dn. Diego de Baño y Sotomayor, prohibió “…la participación de mujeres de color en la ejecución de danzas, durante la procesión de Corpus [ pues consideraba que en ] muchas ciudades de este nuestro obispado está introducido, que en las Procesiones, no sólo del Corpus y su Octava, sino también en las de los santos patronos, se hagan danzas de mulatas, negras e indias, con las cuales se turba, e inquieta la devoción, con que los fieles deben asistir en semejantes días…”(10) Sin embargo, como las prohibiciones eclesiásticas generalmente afectaban las ceremonias religiosas que se llevaban a cabo en las ciudades, los Diablos Danzantes continuaron efectuando sus rituales y promesas el día de Corpus Christi, en las zonas rurales que posteriormente integrarían la nación venezolana, donde predominaban las unidades de producción agropecuaria, con el uso de mano de obra esclavizada de origen africano o la servidumbre-peonaje de la población indígena, sin omitir a los blancos de orilla, zambos y mulatos.

Ahora bien, no podemos pasar por alto, que la primera información relacionada con la celebración de la festividad de los Diablos Danzantes en la Venezuela colonial, la encontramos en el siguiente texto: “En torno a la presencia de personajes alegóricos en las fiestas de Corpus Christi en Venezuela, la fecha más antigua corresponde al año 1595 cuando se escenificaron una comedia y una danza de Melchor Machado, titulada ‘El Dragón de Corpus’ […] Aproximadamente a fines del siglo XVI e inicios del XVII, el dragón acompañado de los gigantes y diablitos se incorporan a los festejos de Corpus en la ciudad de Caracas […] Figuras como las nombradas anteriormente, en algunos casos estaban bajo la responsabilidad de las autoridades de la época (Alcaldes Ordinarios, Mayordomos de Propios y Recaudador de Rentas entre otros) […] El musicólogo venezolano José Antonio Calcaño, en su obra La Ciudad y su música, menciona a un grupo de diablos que baila en la Plaza Mayor en 1673, con motivo del recibimiento que la ciudad de Caracas brindaba a un gobernador. Para este autor, son los mismos diablos que danzaban en Corpus […] Algunas autoridades civiles y eclesiásticas en el año de 1780, no parecían estar de acuerdo con la presencia del dragón y los diablitos en la Festividad de Corpus, por considerarlos irreverentes para la ocasión. Esto unido al elevado costo que ocasionaba la presencia de dragones y diablos, explica en parte, que éstos tiendan a desaparecer, hacia la segunda mitad del siglo XVIII, en la ciudad de Caracas” (11) Asimismo, vale la pena recordar, que la figura del Diablo, también estuvo presente en las rebeliones e insurrecciones de los pueblos dominados durante el período de la Colonia, al respecto veamos: “…El Diablo de las rebeliones de indios, de negros esclavos, de sectores marginados en la sociedad colonial – como los pardos, ese gente de ‘sangre más pronta’ […] nos encarna en estas fiestas de unos diablos que bailan ante Dios…”(12)

En el contexto del siglo XIX, hemos localizado, dos acontecimientos relacionados con la festividad de Corpus Christi, en primer lugar, el que ocurre el día 10 de junio del año de 1820, en la población de San Rafael de Orituco (actual estado Guárico): “… después de la festividad religiosa con que la Iglesia celebra esta fecha [Corpus Christi] entreteníase el Comandante Martínez en unión de algunos oficiales de mayor intimidad paseando las calles y visitando sus amistades, en cuya diversión tropezó con más de una comparsa de diablitos (porque entonces también se bailaba), las cuales regalaba como cualquiera otro paisano. En una de aquellas comparsas venía el espionaje de los patriotas […] y llegó a Orituco el 10 de junio, que fue el incidente…” (13) En sus efectos, se señala que los soldados independentistas que llegaron al centro poblado aludido, se disfrazaron de diablitos, les bailaron al Corpus Christi y luego asaltaron “…la guarnición de aquella plaza…” comandada por el jefe realista Martínez .(14) El otro caso, tiene que ver con la festividad de Corpus Christi en la ciudad de Barcelona (actual estado Anzoátegui) en el año de 1842, pues, en una fuente documental elaborada en el año antes mencionado, el Jefe Político del cantón capital de la provincia de Barcelona, consulta al Secretario del Interior y Justicia ·…si se puede continuar cobrando una contribución para pagar el costo de los altares de las festividades del Corpus Cristo, acostumbrada en aquella ciudad desde el gobierno extinguido, ya que algunas personas de la localidad se niegan a satisfacer dicha contribución…” (15)

En el panorama del siglo XX, no podemos omitir, la participación de los Diablos de Yare, en la “Fiesta de la Tradición, Cantos y Danzas de Venezuela”, también denominado Festival Folklórico del Nuevo Circo, celebrado en la ciudad de Caracas, en el mes de febrero del año de 1948, con motivo a la toma de posesión del Presidente Rómulo Gallegos.(16)

En el contexto de Venezuela en la primera década del siglo XXI, apreciamos que en la festividad de los Diablos Danzantes, participan todos los miembros que conforman las cofradías ( en el caso específico de Yare, estado Miranda, observamos : Primer Capataz, Segundo Capataz y Tercer Capataz; Primer Arreador, Segundo Arreador, Tercer Arreador y Cuarto Arreador; Primer Cajero y Segundo Cajero, los Auxiliares, La Capataz, Asistente del Primer Capataz y Asistente del Segundo Capataz, Diablos Rasos y el Porta Estandarte) (17) e igualmente una gran cantidad de personas (hombres, mujeres, niños y jóvenes) de diferentes grupos étnico-culturales, quienes tienen que pagar alguna promesa al Santísimo Sacramento o que asisten como público interesado en conocer todo lo relacionado con dichas expresiones afro-indígenas católicas, originadas en nuestra Venezuela colonial.

NOTAS

(1)Schneider, Theodor. Signos de la cercanía a Dios.pp.131-193 (Incluye un estudio sobre la eucaristía, la cual es definida como “El servicio divino dominical”,“la realización concreta del culto a Dios” y “la conciencia de fe…”

(2)Para ampliar la información sobre cada festividad en particular, veanse en la Bibliografía, los libros de los siguientes autores: Carmen Elena Alemán, Luis Arturo Domínguez, Sonia García, Nelly Montero Fránquiz, Manuel Antonio Ortiz, Baudilio Reinoso, Rafael Salazar y Rafael Strauss K.

(3)Moronta, Mario. “Profunda religiosidad” En : Los diablos danzantes. Exposición de pinturas y esculturas. Museo Casa de Bolívar. San Francisco de Yare, 24 al 31 de mayo de 1997 (Cuadríptero)

(4)Salazar, Rafael. Diablos danzantes de Venezuela. Orígenes y celebraciones en Caracas, Naiguatá, Cata y Turismo. pp. 9, 11, 14. Observamos, que el autor citado, omite los aportes indígenas que también se encuentran presentes en la festividad de los Diablos Danzantes en Venezuela.

(5)Acosta Saignes, Miguel. Estudios de etnología antigua de Venezuela. p.37

(6)Ramos Guédez, José Marcial. Contribución a la historia de las culturas negras en Venezuela colonial. p. 242

(7)Vilchez, Haydee "Las Cofradías de Negros durante la Colonia: un espacio de libertad" En : Foro del Futuro. Revista temática arbitrada. Fondo Editorial del IPASME. Caracas, Año 2, Nº 3, Abril de 2009. PP.192,197

(8)Ramos Guédez, José Marcial. Ob. Cit. pp. 204-205

(9)Pérez Vila, Manuel.Guía histórica de la nación latinoamericana. Cuatro siglos de Hispanoamérica 1499 – 1899. Tomo I, p. 177

(10)Gutiérrez de Arce, Manuel. El Sínodo Diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687…Tomo III, p. 20

(11)Ortiz, Manuel Antonio (Dirección y supervisión). Diablos danzantes de Venezuela. pp. 23-24

(12)Strauss K., Rafael. El Diablo en Venezuela…p. 200

(13)Machado, Adolfo A. Apuntaciones para la historia:obra escrita entre 1875 y 1899. p. 59

(14) Idem

(15)Archivo General de la Nación – Secretaría del Interior y Justicia. Índices 1841 – 1843. Tomo 10 – Folio 1, p. 185

(16)Liscano, Juan. Folklore y cultura. pp. 167-263

(17)Montero Fránquiz, Nelly. Diablos danzantes de Yare. p. 28.

FUENTES CONSULTADAS.

DOCUMENTALES

Archivo General de la Nación. Secretaría del Interior y Justicia, 1841-1843.

BIBLIOGRAFIA

Alemán, Carmen Elena. Corpus Christi y San Juan Bautista: dos manifestaciones rituales en la comunidad afrovenezolana de Chuao. Caracas : Fundación Bigott, 1997. 424 p.

Acosta Saignes, Miguel. Estudios de etnología antigua de Venezuela. Caracas : Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca, 1961.245 p.

Domínguez, Luis Arturo. Diablos danzantes de San Francisco de Yare. Los Teques : Biblioteca de Autores y Temas Mirandinos, 1984. 111 p.

García, Sonia. Diablos danzantes de Naiguatá.. Caracas : Miguel Angel García e Hijo, 2007.60 p.

Gutiérrez de Arce, Manuel. El Sínodo Diocesano de Santiago León de Caracas de 1687. Caracas : Academia Nacional de la Historia, 1975.2 tomos.

Liscano, Juan. Folklore y cultura. Ensayos. Caracas : Editorial Avila Gráfica, 1950. 266 p.

Machado, Adolfo A. Apuntaciones para la historia: obra escrita entre 1875-1899. Madrid : Publicaciones Amexco, 1962. 122 p.

Montero Fánquiz, Nelly. Diablos danzantes de Yare. Caracas : Fondo Editorial IPASME, 2006. 27 p.

Ortiz, Manuel Antonio (Dirección y supervisión). Diablos danzantes de Venezuela. Caracas : Instituto Nacional de Folklore y Fundación La Salle de Ciencias Naturales, 1982. 207 p. : fotos.

Pérez Vila, Manuel. Guía histórica de la nación latinoamericana. Cuatro siglos de Hispanoamérica 1499 – 1899. Caracas : Universidad Simón Bolívar, Fundación Bicentenario de Simón Bolívar, 1991. Tomo I, 377 p.

Ramos Guédez, José Marcial. Contribución a la historia de las culturas negras en Venezuela colonial. 2a.ed. Caracas : Fondo Editorial del IPASME, 2008. 640 p.

Reinoso, Baudilio. Los Diablos Danzantes de Orituco. San Juan de los Morros: Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos, 1982. 27 p.

Salazar, Rafael. Diablos danzantes de Venezuela : orígenes y celebraciones

en Caracas, Naiguatá, Cata y Turiamo. Caracas: Ministerio de Estado para la Cultura y la Federación Nacional de Cultura Popular[entre 1981-1983] 27 p.

Schneider, Theodor. Signos de la cercanía de Dios. Salamanca (España) : Ediciones Sígueme, 1982. 333 p.

Strauss K., Rafael. El Diablo en Venezuela : certezas, comentarios, preguntas. Caracas : Fundación Bigott, 2004. 584 p.

HEMEROGRAFIA

Foro del Futuro. Revista temática arbitrada. Fondo Editorial del IPASME. Caracas, 2009.

*Fotografía del ponente, las 5 restantes son Diablos en San Rafael de Orituco, años 80.

domingo, 7 de junio de 2009

Esclavitud y ganadería: Los orígenes antropoculturales de la llaneridad

Ponencia presentada en el I COLOQUIO AFROVENEZOLANO "JUAN PABLO SOJO"

BIBLIOTECA PÚBLICA CENTRAL, San Juan de los Morros, Estado Guárico 21 de mayo de 2009


José Obswaldo Pérez

(Periodista, cronista e historiador venezolano)

Introducción


Los términos de esclavitud y ganadería parecen haberse relacionado en una dinámica mucho más intensa de lo que podríamos haber pensado. El fenómeno de la esclavitud en nuestros llanos tuvo unas características muy particulares. Más allá de una sociedad ganadera-pastoril que giraba en torno a la res y al caballo, nuestros esclavizados, de una forma casi invisible y a través del mestizaje, contribuyeron juntos con otros grupos humanos (indios, pardos) a la construcción de un tipo de sociedad abierta y armónica consustanciada con la realidad del medio ambiente.

La presencia y el aporte de los africanos a la cultura llanera han abierto un debate intelectual entre algunos estudiosos del tema. Una rotura paradigmática dio paso a una nueva concepción teórica para abordar el asunto desde otro modelo de investigación. La idea según la cual los llanos colombianos y venezolanos no tenían sino pocos esclavos fue defendida hasta hace poco por algunos historiadores que no le daban importancia a este asunto. En Guárico, Arturo Álvarez D´Armas advierte la forma de cómo llegaron los negros africanos a las regiones llaneras del sur y el occidente del país. Dos vías dice el investigador: Uno, por aquellos que llegaron huyendo desde la región central y dos, por quienes fueron traídos por los ganaderos como esclavos para trabajar de sirvientes en los hatos.

La historiadora Irma Mendoza, de sus arduas investigaciones en el Archivo General de la Nación, comprueba el gran número de esclavos que existió en haciendas y hatos del Alto llano, especialmente en localidades como Altagracia de Orituco, Ortiz, Calabozo, Camaguán, Santa María de Ipire y Valle de la Pascua. Estudios que demuestran las predecesoras investigaciones que adelantó nuestro historiador guariqueño José Antonio de Armas Chitty y que introducen un nuevo enfoque en los estudios africanos en la región llanera[1], lo que ha permitido conocer la gran importancia de la esclavitud negra en los hatos ganaderos y la propiedad territorial esclavista a lo largo del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

A estos aportes se unen los estudios de Felipe Hernández y Adolfo Rodríguez, este último estudioso de la etnicidad llanera; y así se suman nuevos investigadores locales, quienes con distintos métodos abordan una temática aún incipiente en la región. A través de estas investigaciones se demuestra que los africanos negros aportaron a la cultura y a la sociedad colonial llanera un conjunto de rasgos propios, una vez que fueron adquiridos por sus amos blancos para las labores en los hatos.


La ganadería en los Llanos


La ganadería y la esclavitud africana son dos fenómenos que determinaron un cambio radical en modo de vida de las comunidades indígenas en los llanos centrales y sabanas de Apure. La efímera duración de la extracción minera dio paso a la actividad agropecuaria, un nuevo ciclo que coexistió con el final de las extracciones auríferas y con el comienzo del establecimiento de hatos ganaderos, siguiendo un criterio de preferencia marcado por los vínculos sociales y regionales que conectaban a los hombres con las diferentes costumbres de Castilla, Extremadura o Andalucía.

La tradición de la dehesa española y la presencia de esclavos procedentes de culturas africanas ganaderas facilitaron este tipo de explotación pecuaria en base al trabajo de los esclavos negros y hombres libres de color, contando con la facilidad con que se reprodujo el ganado llevado a Hispanoamérica por los colonizadores[2]. Por eso es que a partir de entonces se dieron una serie de medidas legales que favorecieron la introducción de la mano de obra esclava, en una época en que las grandes potencias decidían dar por finalizado la trata esclavista. Desde luego estas nuevas unidades de producción necesitaban de mano de obra esclava. La ganadería sin el trabajo de los esclavos no podía prosperar. De este modo desmotamos la tesis de que en los llanos no arraigo la esclavitud negra porque la ganadería, tal como se practicaba absorbía pocas manos.

La introducción de ganado vacuno en el siglo XVI se explica en función de tres rutas reconocidas: la de Francisco Ruiz, que proveniente de Oriente, pasa por los Llanos de Paya (Alto Guárico Central) y llega hasta Acarigua; la de Juan de Carvajal que de El Tocuyo pasa por Guanaguanare (Guanare) hasta Pedraza la Vieja y la ruta de Cristóbal Guerra que proveniente de Santa Fe (Bogotá) alcanza el desparramadero del Sarare hasta los Llanos Altos Occidentales (Vila et al. 1965), aunque para Humboldt (1985), las localidades de Coro y El Tocuyo fueron desde donde provino el ganado.

El juez de Llanos Don Francisco Carlos de Herrera señala en un Censo Ganadero de 1723 que la introducción de la ganadería vacuna comenzó a implantarse en 1561 para el “sustento y permanencia” de la ciudad de Santiago de León de Caracas. Para ese cometido fundaron hatos en los llanos y en los sitios de Paya, San Antonio, Las Palmas, Aricapano, La Platilla y Tinaco, así como otros lugares y términos que comprendían la ciudad de Caracas y San Sebastián de los Reyes.

Llano adentro se encuentran los establecimiento de ganado vacuno a partir del eje San Juan de Los Morros - Ortíz, por Cristóbal Rodríguez (Siso Martínez, 1957) y Francisco Ruiz, siendo aquél también fundador del primer hato en un lugar cercano a Parapara, conocido como Uberito, en 1530. Esta última información es cuestionada severamente por Vila et al. (1965) al señalarla como una especie de invención costumbrista. Por su parte, Alejandro de Humboldt (1985) le reconoce a Guerra la introducción del ganado en los Llanos en el año 1548.

San Sebastián de los Reyes fue el núcleo propagador de la introducción de ganado hacia el interior de los Llanos. El establecimiento de la ganadería en los llanos y su rápido crecimiento van a ser determinantes para la vida del hombre llanero, sus sistemas de producción, la economía y el poder político en general. Precisamente, el éxito de la cría de ganado fue lo que atrajo a la población colonizadora, tanto españoles de Castilla, Andalucía y Canarias, como los negros esclavos de África. El establecimiento de hatos ganaderos facilitó el poblamiento y dio origen a un mestizaje muy temprano en estas regiones. De modo que la actividad ganadera, en Hispanoamérica, está asociada al llanero, figura heredera del mayoral hispánico.


La antropocultura afrollanera


El hato llanero va a ser el hábitat que permitirá la simbiosis entre blancos, indios y negros. Aquí los esclavizados coexistirán como una fuerza de trabajo libre. Muchos de ellos como mayordomos de las propiedades de los ganaderos; mientras otros, se fugaban formando cumbes o rochelas en las vecindades y áreas rurales. Este modo de producción condicionó, a su vez, la vida cotidiana de las tres categorías étnicas, las cuales aportaron un conjunto de técnicas antropoculturales en el manejo directo de la ganadería, mediante “ese esquema tetraedral en que se ejecuta la producción: sabana, res, caballo y hombre[3]. La integración simbiótica y étnica, en un mismo territorio y en una misma área económica, dio origen no sólo a un mestizaje pluricultural sino a la constitución de esa nueva cultura antes descrita.

En el estudio de las culturas ganaderas o sociedades ganaderas se aborda el concepto de la llaneraridad como producto de un proceso de mestizaje entre indio, blancos y negros. Desde esta perspectiva antropocultural la huella de los esclavizados africanos se halla ligada, al lado de los indígenas, en las labores de agricultura y ganadería.

Los llanos de Apure y Guárico tuvieron un predominio de africanos, y esta fusión claramente afectó la cultura aborigen. La migración forzada de africanos siguió un patrón invariable a través de la diáspora. El proceso de sangría demográfica evidencia cómo la migración de esclavizados significaría una migración de culturas. Mientras muchos esclavizados se movían alrededor de la diáspora, más cultura se transmitía, pese a la aculturización sometida de estos grupos humanos en sus respectivas zonas de asiento[4]. De este cruce etnico-cultural surge el llanero mulato. Un ejemplo de este mestizaje es el mandadero o mayordomo, como máxima autoridad en el hato después del propietario. Otro caso específico es el de Pedro Camejo, quien fuera uno de los soldados negros de la independencia que peleó con coraje y valentía en aquel escenario relucha y libertad.

De los primeros establecimientos de esclavos, diversos grupos de esclavizados vivieron y trabajaron en los llanos de Guárico y Apure, mezclando tradiciones culturales, tecnológicas, y sociales en una perspectiva distintiva de mestizaje y creollización. La nueva cultura reflejó la entrada de esclavizados en el crecimiento de hatos ganaderos dedicados a la economía de agroexportación, principalmente de cueros y manteca. Ese espacio de vida no sólo fue un modo de hacer un lugar sino una forma de convivencia natural, entre los márgenes de una “tierra de frontera”, abierta y libre para la construcción endógena de una nueva “neoetnia” cultural: los llaneros[5].

Los pobladores españoles y mestizos llevaron los primeros subsaharianos a los partidos de Tiznados, Paya, Las Cañadas y San Roque de Las Lajas, jurisdicción de San Sebastián de los Reyes, entonces unidades de producción agropecuaria en siglo XVII[6], para ser explotados. En medio de este espacio geográfico, el pueblo de Ortiz tenía una posición privilegiada. Era punto de paso o encrucijada para el comercio de ganado, cuero, tabaco y otros rubros hacia los centros de consumo urbano.

Un diagnostico documental y analítico nos permite identificar la cuantificada mano de obra africana en hatos ganadero de Guárico[7], es una muestra global de la concentración de esclavos en el ámbito de todo territorio colonial, tal como lo hemos comprobado en censos y matriculas de la microregión de Ortiz-Tiznados. Su presencia era notoria. Por ejemplo, en 26 sitios de hatos registrados para 1793 en San Francisco y San José de Tiznados, 14 negros esclavos administraban en calidad de mayordomos y suplían la ausencia del amo, cuatro lugares eran administrados por sus mismos dueños, cuatro por morenos libres y dos blancos (familiares del dueño del hato) administraban igualmente dos sitios para cría de ganado mayor[8].

El investigador Miguel Ángel Ortega[9] nos ofrece información sobre 345 esclavos, sin contar a los negros libres en la hoy Parroquia San Francisco de Tiznados, que ascendía a 1.132 almas. Igualmente debemos destacar la presencia de negros cimarrones en las montañas aledañas a los hatos y pueblos de Ortiz, San Francisco de Tiznados y San José de Tiznados[10]. Datos del obispo Mariano Martí, durante su vista al poblado de Ortiz, el 5 de mayo de 1780, encontramos que vivían 107 esclavos, 90 negros libres y 99 pardos, los cuales representaban un 24,8% de la población total.

De la antropocultura afrollanera se hallan muchos aportes de la cultura africana a la cultura llanera. Algunos rasgos significativos persisten aún en nuestros llanos. Principalmente, el canto, la posición en el ordeño, el arreo del ganado, la quema de los rastrojos en los conucos, la construcción de viviendas de adobe, forman parte de técnicas aprendidas por los llaneros y adoptadas en el Nuevo Mundo como evidentes huellas de africanía en nuestra cultura llanera[11]. Un ejemplo, también, son las emigraciones o traslados de ganado de un sitio a otro en tiempo de lluvia o de sequía para la escogida de lugares más seguros o con suficiente pastos. Esta práctica es reconocida en algunas culturas de África, quienes arriaban el ganado vacuno esparcido desde Senegambia a través de Nigeria y Níger al Sudán[12]. Este oficio- en nuestros llanos guariqueños y apureños- estaba casi siempre en manos de “gente de color”, es decir, pardos, zambos y mulatos.

Tomas Polanco Martínez (1960) destaca el papel que cumplieron los esclavos en la agricultura, señalando lo siguiente:

"Con el sudor del negro, puede declararse sin ambages, se creó la verdadera agricultura nacional. Su aporte fue decisivo en este sentido, tanto mas cuanto que con el simultáneamente se colocaba la primera piedra del edificio de nuestro comercio exterior [...] Surgieron entonces las haciendas costeras para suplir las necesidades de los maestros contrabandistas, que llenaban sus bodegas con los frutos que habían hecho producir los negros, poco tiempo ha, dejados por aquellos en esas mismas playas”[13]

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Con relación a las funciones desempeñadas por los negros esclavos en la Venezuela colonial, veamos la opinión de Miguel Acosta Saignes:

"...En la Colonia todo, en último término, dependía de los esclavos. Sobre sus hombros recayó el mantenimiento de aquella sociedad: fueron pescadores de perlas, descubridores de minas, pescadores, agricultores, ganaderos, fundadores de pueblos, buscadores del Dorado, fundidores, trabajadores especializados en los trapiches y las minas, herreros, toreros, cantores, domésticos, músicos, pulperos, verdugos, pregoneros, soldados, juglares..."[14].

Acosta Saignes examina en su obra Vida de Esclavos de Venezuela el régimen alimentario a que fueron sometidos o acostumbrados los esclavos negros, particularmente aquéllos que fueron empleados en el trabajo minero y agrícola. En este sentido, explica Acosta Saignes que la carne y el maíz constituían la base alimenticia de los esclavos. Ocasionalmente se les suministraba pescado seco y gallina[15].

Igualmente describe las formas de curación de las enfermedades que solían padecer los esclavos, resaltando el uso de brebajes preparados con hierbas y flores de diversa especie, el caldo de gallina para curar pasmos (costumbre, por cierto, muy extendida entre nuestros campesinos), y el empleo de hierbas para la atención de heridas y enfermedades de la piel. También refiere nuestro autor la manera como se registraban los nacimientos y las defunciones que acaecían entre los esclavos y las ceremonias que acostumbraban llevar a cabo con motivos de los mismos[16].

Otros rasgos significativos –aún cuando en menor grado- son las manifestaciones musicales con acento africano. Estas expresiones se reflejaban en los cantos de arreo, vaquería, zafra y gritos de monte. Todas memorias propias de las zonas ganaderas y agrícolas, surgidas de circunstancias concretas y utilizadas durante las faenas cotidianas de manejo del ganado y limpieza de terrenos, con el fin de hacer las jornadas menos fatigosas y más productivas. El hombre, sometido cotidianamente a trabajos de diez o más horas, materializa su necesidad de comunicación social, improvisando cantos muy libres en los que narra el último acontecimiento del pueblo o de la región, el incidente familiar, amoroso o de trabajo. Todas son expresiones de lo vital, de lo que se siente y se resiente, de lo que se ha perdido, se imagina o se desea, de lo accidental o de lo trascendente[17].

Los cantos de trabajo, con claras influencias indígenas y africanas, se cristalizaron también en los cantos de los decimeros mediante tonadas en que se mezclaron entre giros melódicos y temáticos provenientes del coplero español, con viejos estribillos y coros en alternancia, en los que se fundió lo narrativo local y la sátira tradicional características del África con la picaresca española. Ya para finales del siglo XVIII los instrumentos de Europa, de África y de América, se habían encontrado, mezclado, concertado, en ese crisol de civilizaciones, encrucijada planetaria, lugar de sincretismos, transculturaciones, simbiosis de músicas aún muy primigenias o ya muy elaboradas en el Nuevo Mundo[18].


Conclusiones


Como propuesta del tema tratado en este ensayo podemos concluir que, en general, el tema de la esclavitud en Venezuela, particularmente de los esclavos de origen africano y sus descendientes criollos, ha sido poco estudiado en el contexto de nuestra historiografía regional especialmente en lo que atañe a la formación y dinámica de la estructura económica de la sociedad colonial. La huella de África en los llanos de Guárico y Apure es un factor principal, casi único, en la construcción de nuestra cultura llanera. La recolección de datos estadísticos e investigaciones recientes permiten mostrar los aportes culturales de los subsaharianos. Por ejemplo, el trabajo de “peonaje” de los negros, zambos y mulatos tuvo una importancia para la expansión de la economía colonial, el crecimiento del mantuaje y la expansión de la propiedad territorial.

El número total de esclavos de origen africano que entró con la trata esclavista al Alto Llano dictamina un papel considerable que contribuyó al desarrollo y el enriquecimiento de la cultura llanera, como médula importante en la etnogénesis de la cultura afrovenezolana, hoy integrada y diluida en la población venezolana como raíz principal de nuestro mestizaje. Desde una perspectiva cultural-antropológica, se enfatice el papel desempeñado por los esclavos en la conformación socio-demográfica y cultural del pueblo llanero. Lo que hace que este planteamiento sobre la esclavitud y la ganadería sea un tema que me interesa seguir desarrollando ampliamente como parte del esfuerzo historiográfico venezolano.


NOTAS


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ACOSTA SAIGNES, MIGUEL (1984), Ob. Cit. [s.p.] Otra opinión importante, es la de Juan Liscano, quien al respecto afirma: "...la mano esclava funda la economía agraria en las grandes plantaciones de caña [...] cacao, café, añil [...] tabaco..." Ver: Del afroamericanismo a la religión de los yurubas. Discurso de Don Juan Liscano. Discurso de incorporación como Individuo de Número [de la] Academia Venezolana de la Lengua Correspondiente de la Real Española... p. 16. E igualmente, véase: Ortega. Miguel Ángel. La esclavitud en el contexto agropecuario colonial... Siglo XVIII. pp. 65-101.

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[1] Véase MENDOZA, IRMA (2005) “Presencia de la mano de obra esclava de origen africano en el Guárico Colonial. Siglo XVIII” En: Resonancias de la Africanidad. Caracas: Fondo Editorial Ipasme.

[2] GUTIÉRREZ AZOPARDO, DE ILDEFONSO (2000). La población negra en América: Geografía, historia y cultura , p. 88

[3] RODRIGUEZ, (1981): El Hato Tradicional Llanero. Resultado de una Investigación Exploratoria. San Juan de los Morros: Ediciones Sabanera del Centro de Estudios del Llano. Universidad Rómulo Gallegos.

[4] POLLAK ELTZ, ANGELINA (1972). Procedencia de los esclavos negros traídos a Venezuela. En: Vestigios africanos en la cultura del pueblo Venezolano. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, Instituto de investigaciones Históricas, p. 23 - 32. Véase también JOYNER, BRIAN D. (2003). African Reflections on the American Landscape Identifying And Interpreting Africanisms. Washington: National Park Service. U.S. Department of the Interior National Center for Cultural Resources. También en línea: http://www.nps.gov/history/crdi/publications/African%20Reflections.htm.

[5] RODRIGUEZ, ADOLFO (1992) “Definición de la Neoétnia Llanera Colombo-Venezolana como utopía realizada” en: Romero Moreno, María Eugenia (1992): Café, Caballo y Hamaca. Visión Histórica del Llano. Coedición: Quito, Ecuador, Talleres Abya-Yala y Orinoquia Siglo XXI, Santafé de Bogotá, Colombia.

[6] PEREZ A, JOSÉ OBSWALDO (2007). Hatos y Toponimia. Un caso de apropiación de lugar en Valle de Tiznados. Siglo XVII. Valle de la Pascua: XI Encuentro de Historiadores y Cronista del Estado Guárico, 29,30 y 31 de Marzo 2007

[7] ARMAS CHITTY, JOSE ANTONIO (1981): “Zambos y pardos en un censo de población del siglo XVII” En: Semblanzas, Testimonio y Apólogos. Caracas: Academia Nacional de la Historia

[8] BRITO FIGUEROA, FEDERICO (2002). Historia Económica y Social de Venezuela. Caracas: Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, p, 1199

[9] ORTEGA, MIGUEL ANGEL (1992): La Esclavitud en el contexto agropecuario colonial. Siglo XVIII. Caracas: Editorial APICUM, colección Otro Discurso Nº 2, p 56.

[10] BRITO FIGUEROA, FEDERICO (2002). Ob.cit.

[11]PEREZ, JOSÉ OBSWALDO (2006).Africanismos: reflexiones sobre la influencia africana en el paisaje llanero. Trabajo inédito.

[12] HOLLOWAY, JOSEPH E (1991).. Africanisms in American Culture (Bloomington and Indianapolis: Indiana University Press), ix.

[13] POLANCO MARTÍNEZ, TOMÁS (1960). Esbozo sobre historia económica venezolana. Madrid: Ediciones Guadarrama. Tomo I, p. 88.

[14] ACOSTA SAIGNES, MIGUEL (1984), Ob. Cit. [s.p.] Otra opinión importante, es la de Juan Liscano, quien al respecto afirma: "...la mano esclava funda la economía agraria en las grandes plantaciones de caña [...] cacao, café, añil [...] tabaco..." Ver: Del afroamericanismo a la religión de los yurubas. Discurso de Don Juan Liscano. Discurso de incorporación como Individuo de Número [de la] Academia Venezolana de la Lengua Correspondiente de la Real Española... p. 16. E igualmente, véase: Ortega. Miguel Ángel. La esclavitud en el contexto agropecuario colonial... Siglo XVIII. pp. 65-101.

[15] ACOSTA SAIGNES, MIGUEL (1984). Ob. Cit., pp. 158-161.

[17] PEREZ, JOSÉ OBSWALDO (2006). ob.cit.


Imágenes tomadas de: http://amautacuna.blogspot.com/2006_12_01_archive.html

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