miércoles, 12 de noviembre de 2008

El caso Padilla y el Primer Congreso de Educación y Cultura

René Dayre Abella*


En la primavera del año 1971 el mundo conoció del Caso Padilla, una gran farsa montada por las llamadas autoridades culturales cubanas y que recordaba a los tristemente célebres Procesos de Moscú, donde intelectuales de prestigio, principalmente poetas y escritores, eran obligados a retractarse de su obra en una especie de autocrítica.
Este nuevo proceso involucraba a Heberto Padilla y a su esposa Belkis Cuza-Malé, escritores y poetas ambos de reconocida trayectoria, con obras premiadas y un amplio currículo en el mundo de las letras, no solamente cubanas. Ambos intelectuales tuvieron que repetir un guión previamente acordado y orquestado por la Seguridad del Estado. En la llamada autocrítica Heberto se declara culpable de su condición de contrarrevolucionario y de haber cometido una serie de “crímenes” eminentemente políticos e implicó, previo acuerdo, a su esposa, Belkis Cuza-Malé, quien a su vez sufrió prisión y una serie de vejámenes por parte de la temible Seguridad del Estado. Esta “autocrítica” también incluyó a otros escritores que finalmente, al paso de los años, aceptaron “rehabilitarse” a cambio de prebendas y aún permanecen en la isla. No vale la pena nombrarles.
Lo burdo del espectáculo hizo recordar a la intelectualidad progresista del mundo que se trataba de un nuevo proceso similar a los instaurados por Stalin en la antigua Unión Soviética, y reaccionaron de inmediato enviándoles dos cartas a Fidel Castro firmadas por lo más granado y prestigioso de los intelectuales lúcidos que, aunque militando en posiciones de la izquierda política, no cejaron en su empeño de denunciar ante el mundo la gran farsa y sacar a luz el verdadero carácter totalitario del dictador caribeño como un nuevo émulo de Stalin. Quiero significar que no se trató, como luego llamaría Castro, de intelectuales de salón preocupados sólo por brillar y destacarse en una sociedad decadente, no, basta el caso del intelectual comunista mexicano Revueltas quien tuvo que firmar desde la cárcel donde cumplía condenas por sus acciones revolucionarias de militante comunista.
Según los propios castristas el “Caso Padilla” vino a significar la primera gran herida abierta a la Revolución Cubana. De hecho fue la primera gran toma de conciencia que se produjo en la izquierda internacional para abrirnos los ojos a toda la podredumbre que se esconde detrás de la fachada de los llamados paraísos comunistas.
La llamada “autocrítica” se produjo en los salones de la Uneac el 27 abril de 1971 y Fidel Castro convocó al llamado Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura justo tres días después, el 30 de abril de aquel mismo año. En ese Primer Congreso, que como dijo un reconocido intelectual cubano, “menos mal que sólo se celebró uno, porque de lo contrario no hubiera quedado nadie”, Fidel Castro dijo —refiriéndose evidentemente al libro premiado de Heberto, Fuera del juego—: “Por cuestión de principios hay algunos libros de los que no se debe publicar ni un ejemplar, ni un capítulo, ni una página”,1 evidenciando el verdadero carácter totalitario de su régimen.
En ese Congreso también se dictaron normas tan ridículas como de qué forma debían vestirse los jóvenes cubanos, destacando el uso de la guayabera como “prenda de vestir de identidad nacional” y la música que debía escucharse en la radio. Se prohibieron de manera oficial y radical toda música que conllevase al diversionismo ideológico, o sea el rock y otras modalidades. Se fustigó a la homosexualidad como figura delictiva y se llegó hasta más lejos cuando, en uno de sus acápites decía: “Un homosexual sería llevado ante las autoridades y procesado legalmente solamente por la pública ostentación de su condición”. Y así nació el “parametraje”.
A raíz de las Declaraciones del Congreso, Santiago de Cuba se volvió un hervidero de opiniones muy encontradas. Entre las filas de la CJEAO2 los más jóvenes creadores éramos iconoclastas, irreverentes y, en mi caso particular, contestatarios. La actitud asumida por Heberto era tan digna frente a los ataques de los oficialistas —comenzando por el prólogo infamante y demoledor que con la intención de destruirle políticamente le escribieron Nicolás Guillén y el resto de la fauna que formaba la Dirección de la Uneac3 a su poemario Fuera del juego, premiado en 1968, muy a pesar suyo por el jurado calificador, con el Premio Nacional de Poesía Julián del Casal, y las alusiones de Castro a su obra y a su persona, donde lo calificaba de un hombre ambicioso y que formaba parte del cenáculo de poetas e intelectuales de salón, que sólo les interesaba destacarse en una sociedad decadente—, nos irritaba sobremanera. Veíamos en el poeta al ícono de un movimiento pujante que tendía a enderezar las cosas, enmarcado en el sentido rimbaudiano de cambiar las cosas y poniendo de lado el enfoque marxista de la Historia. Así lo deja ver en aquel atrevido poema “Mi compañera de viaje”, vistiendo, además, al llamado socialismo real con un rostro humano. Además, Belkis, su esposa, había estudiado letras en la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, por lo que casi todos los columnistas nos solidarizamos con ella y odiábamos las vejaciones de las que fue objeto, y aunque nunca se hicieron públicas —como es una práctica habitual en los todos los regímenes comunistas—, esos vejámenes y atropellos eran un secreto a voces.
Las opiniones se dividieron antes y después de las Declaraciones Finales del evento. De un lado, la gran mayoría, estábamos quienes consideramos a la autocrítica como una farsa, una especie de opereta veleidosa concebida, guiada y conducida por la Seguridad del Estado donde los involucrados debían seguir línea a línea un guión y del otro lado los más “politizados” que por disciplina consideraban a la autocrítica genuina, veían en Heberto y en Belkis a unos agentes de la CIA quienes entregaban las armas al enemigo y contribuían al “diversionismo ideológico” entre los intelectuales y los creadores del país.
En aquellos lejanos días yo todavía me mantenía joven, acababa de cumplir veinticinco años y sin posar de rebelde que no piensa las cosas seriamente —en realidad nunca he tenido madera de héroe, ni mucho menos de mártir—, me dejé llevar por la indignación que nos movía a todos los que nos solidarizábamos con Belkis y Heberto, aquel binomio inseparable, y escribí un poema con un título muy largo e irónico: “Pendiente para discutir en un nuevo congreso”, y que llevaba, además, la siguiente dedicatoria: “A Heberto, en gratitud, por abrirnos los ojos”, y animado por mis compañeros le di lectura una noche en el otoño de aquel mismo año 1971 en el patio de la Casa Museo Heredia.
Las críticas llovieron. Los que hasta entonces consideraba mis amigos me demostraron lo contrario. Sólo recuerdo que Jesús Cos Cause, que había leído previamente el poema y lo consideraba bueno o, para parafrasearle, “está muy bien estructurado, me gusta, pero esconde ideas que no logro desentrañar”, no asistió a la discusión, alegando que se sentía agripado y debían disculparle pero se quedaría en su casa reposando. Creo que su actitud fue muy inteligente, pues apoyarme hubiese sido muy arriesgado de su parte y significado un alto costo político para su carrera diplomática. Unos meses después del incidente lo ví en compañía de una muchacha en el Parque Céspedes. Yo, la verdad, traté de ignorarlo para no perjudicarlo, pero él me gritó “¡Poeta!”, y vino a mi encuentro. Nos saludamos con mucho afecto, pero no tocamos para nada el tema. Nunca más le volví a ver hasta que el año pasado navegando en la red descubrí la noticia de su fallecimiento.
Fragmento del libro de relatos testimoniales La piel de la memoria.
Notas
1.-Fidel Castro Ruz. Discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura. La Habana, 30 de abril de 1971.
2.-CJEAO, Columna Juvenil de Escritores y Artistas de Oriente.
3.-Uneac, Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Belkis Cuza-Malé y Heberto Padilla junto a Sammy Bayer, casi un año después de la famosa “autocrítica”. La foto, con autorización de Cuza-Malé, ha sido tomada de su blog, BelkisCuzaMale. Por intercesión de ella, el autor de este artículo entró, como assistant editor, a la plantilla del tabloide Linden Lane Magazine, que fuera fundado por ella y Padilla en Nueva Jersey en 1982 y que se convirtiera en el decano de la prensa literaria cubana en el exilio.

René Dayre Abella, autor de este artículo, junto al poeta Efraín Naderau, en el patio de la Casa Museo Heredia en Santiago de Cuba, donde nació el padre del Romanticismo Cubano, José María Heredia, en el siglo diecinueve. Al fondo se puede ver el mármol con la dedicación del inmueble a museo permanente. Dice Dayre Abella: “Allí nos reuníamos los integrantes de la antigua Columna de Escritores y Artistas de Oriente para dar lectura a nuestros incipientes trabajos de creación literaria, y justo ese mismo día en que Jesús Cos Causse nos tomó la foto a Naderau y a mí yo di lectura al poema que menciono en mi relato y que motivó mi expulsión de la CJEAO por solidarizarme con Heberto y con Belkis”.

*René Dayre Abella.
Banes,Cuba (1945) Poeta y narrador. De joven integró la Columna Juvenil de Escritores y Artistas de Oriente y fue promotor cultural. Actualmente es assistant editor de Linden Lane Magazine, el tabloide literario que fundaron los poetas Belkis Cuza Malé y Heberto Padilla en New Jersey, USA, en 1981 y que se ha vuelto el decano de la prensa literaria cubana en el exilio. Colabora con periódicos y magazines literarios digitales e impresos. Mantiene inéditos los poemarios: "Poesía Repartida", "Poeta en la Luna de Cuba" y "Alvenix, un ángel",así como el libro de relatos testimoniales " La Piel de la Memoria". Desde 1980 reside en California, Estados Unidos.

martes, 23 de septiembre de 2008

COLOQUIO DE HISTORIA DE VENEZUELA EN HOMENAJE A LA HISTORIADORA IRMA MENDOZA (San Juan de los Morros, 11 de julio 2008)

RECUERDOS DE MI CALLE


Argenis Ranuárez
Angarita*


Bien por la idea de esta actividad. Buena la iniciativa de este homenaje. Compromiso contraído con anterioridad nos impide estar en cuerpo y alma. Nuestro corazón aquí, en la voz de la mujer amada, ama de llaves de nuestros sueños, para decir ¡PRESENTE!

Participamos en este coloquio, con lo único que podemos, la palabra labrada por el sentimiento.Por una parte, la pasión por este San Juan y por la otra, la admiración y afecto por esa venezolana de altísimos kilates personales y profesionales llamada IRMA MARINA MENDOZA, toda empeños, toda esfuerzos, toda entrega a lo suyo,que son familia y Patria.

Muy cerca de este Teatro de Bolsillo creado por el Alcalde Spartalian artes, ciencias y letras hoy, donde ayer se guardaban las urnas de la funeraria “La Milagrosa” de la familia Hurtado, está la casita de nuestra feliz infancia .Esa casita nuestra llamada ANALUZ,por nuestra tía Luz y por mamá Ana, la tía Luz hoy con ochenta y cuatro años a cuestas, invidente pero con los ojos del alma intactos.La tía Luz pasa sus días paleándose con los fantasmas del pasado que ella se empeña en llamar espíritus burlones.

Aquí estoy Irma Marina, para expresar con voz prestada, un sentimiento muy propio.La inmensa alegría que me embarga.Aqui guardaban las cajas forradas en terciopelo negro, donde tantas veces nos ocultamos jugando al escondido con los hijos de Doña Emma y Don Rafael, la Negra, Carmen, Rafucho y EL Chino.

La calle Mariño comenzaba en el cruce con la calle Ciencias, antes Calle Del ganado y hoy Monseñor Sendrea.Cuando fue construida la Avenida Sucre, la calle Mariño quedó reducida a dos cuadras, desde el templo evangélico hasta, EL Mercado Municipal.La casa que está al lado de èsta, la adquirió el Alcalde Julio Torrealba por compra al exgobernador Carlos Díaz Heredia y hoy ocupa dependencias municipales.Allí tuvo taller de bicicletas, refresquería y arepera, el musiù Giovanni.

Al Mercado Municipal íbamos de niños, de la mano del abuelo Pedro.Luego, solo, a comprar, a hacer los mandados. Un kilo de carne, dos bolívares, un kilo de costilla, un bolívar, un kilo de verduras, un bolívar, café, a medio la papeleta, maíz a real el kilo y la sal, a medio.Nos atendían los pesadores Paco Muñoz, Jesús, Rafael Espersandio y Ramírez. Si era cochino lo que buscábamos, lo vendìa Don Pedro Montero, todavía vivo, con noventa y cinco años, por allá por el barrio Agua Hedionda, camino de los llanos..

El policía del mercado era un gigantón cordial y afectuoso a quien le decían sanjuanote.El encargado de mantener el mercado impecable, era un hombre flaco, desgarvado, tìmido y de sonrisa infantil, llamado Guillermo Agraz, descendiente del Capitán Agraz, corneta del Libertador. Bajando de aquí donde hoy está el restaurant DINASTIA, estaba la casa y bodega de Rosendo, ultimado por uno de sus hijos, años mas tarde en una crisis de locura psicotrópica.En esa misma casita de bahareque, vivieron los isleños Doña Concha y Don Ventura Piñero, con sus hijos Luís y Juanito, el terrible Juanito…..

Al lado, los Del Nogal: María de Jesús, Rafael, Nelly y Miguel. Don Miguel encendía cada tarde los bombillos de las calles del pueblo, con una vara larga como él mismo .Doña Josefa era costurera y bordadora de las mejores. Frente a los Del Nogal, vivía doña Carlota Power, madre de Antonio, Daniel y Horacio Scott. Era una bella que a los noventa, todavía pedaleaba su vieja SINGER.Al lado se instaló el isleño Antonio Caseres, quien comercializaba cebolla, tomate y papas su hijo Raúl contemporáneo nuestro, todavía mantiene ese negocio, ampliado a otros productos de la tierra.

Al lado de los Del Nogal, vivía Genaro un regordete de voz metálica, padre de la esposa de Don Simón Belisario, quienes vivieron allí varios años.Recuerdo a Chichí y a Lilita.Cuando se fueron, alquilaron la casa a Maruja, una gallega que instaslò la Pensión España, con el que presentó como su hermano llamado Pepe y que terminó siendo su marido.En esa pensión vivió Gumersindo Muras, gallego también quien vino como técnico de los equipos de lavandería del Cuartel Zaraza. Hace rato Muras cumplió los ochenta y todavía atiende su estacionamiento Noguera en la Sendrea.

Al frente, los Pozzo.Clemente y Don Antonio, la casita de Clemente era diminuta, con una ventanita por donde se asomaba Marcos, el hijo mayor, nuestro alumno muchos años después ,hoy ya ido del mundo de los vivos.Clemente era enfermero de la PGV,beisbolista en sus años mozos, compañero en la Escuela Aranda de Israel ,nuestro padre.

Al lado de los Belisario, nosotros, casa construida en 1929 por Juan Herrera el viejo, comprada por nuestro abuelo en 1932 a crédito en dos mil bolívares, patio inmenso, tres mangos, un ciruelo, dos naranjos, un gigantesco merecure donde anidaban los azulejos y un azahar cuyas flores impregnaban media calle.Frente a nosotros, los Velásquez oriundos del Tigre, peleones y fiesteros.Tocaban y cantaban eran: Josefa, Rosita,-tuvo una hija de Manuel Sarmiento-, Ramón, Salvador, Ada y Lorenzo. Ada fue nuestra primera ilusión.En esa casa vivió también el Perejimenista Miguel Arroyo Luder, alcohólico muy culto casado con María a quien duplicaba en edad.

Luego de nuestra casa, callejón-hoy calle-Mellado de por medio, la casa de COPEI, donde también funcionó el FEI con Teobaldo Mieres al frente, y el MAC dirigido por el Doctor Carlos Alfonso Vaz.

Al lado de los Velásquez, los Torrealba. El sabio vivió primero en la casita nuestra con Doña Rosa su esposa y sus doce hijos .Esa casa de los Torrealba parece que brotó del fondo de un hueco, allí cantaban y tocaban, Daría Morgado, muerta hace unos meses cocinaba en latas y en leña. Aquello era un zoológico. Tenían un burro, un mono, un patio lleno de aves, unos mamones dulces como la sonrisa de Doña Rosa y allí vi por primera vez un microscopio donde Torrealba me enseñó a conocer el mundo de los microorganismos.

Al lado en la casa de COPEI vivía Dona Rosa Díaz, la abuela de Ofelia y de José Ramón Sojo quien crió a sus sobrinas Hilda y Carmencita. Subiendo la pequeña cuesta, el señor Domínguez, dueño de la Casa Imperial, trabajador como él solo, la mirada larga como su tristeza, al lado, los Padilla, Don Antonio, Providencia Irazabal Ron de Padilla, hermana del Jefe Civil de San Juan por esos días de los años cincuenta, y los muchachos, Toñito--.a quien todavía llaman nariz de cuchillo-Carmencita y KiKo.

Al final de la calle, ya en el voladero, los Martínez. Don Dionisio, albañil de los mejores, Sebastiana su mujer hacía unas arepas en budare y a la leña que solo competían con las de Maria del Socorro Pozzo. Dos hijos tuvieron Josefina y Valentín. Valentín fue cazador, pescador y ciclista. Trabajó en el MOP. Todas las mañanas “coje sol” en la acera de atrás de nuestra casa montonera, está vivo porque se alimenta de recuerdos.

Frente a los Padilla, casa de alto con un mural ecológico de especies de agua dulce, allí vivió el Doctor SHULT, primer oftalmólogo que tuvo el pueblo de los Morros .Sus hijos fueron, junto a Carlitos Belisario y Tulito Pineda, los pioneros del tenis en San Juan Esa casa la compró José Eugenio Silva con su mujer Carmen Espinoza y sus ocho hijos. Raúl, Catire y Eugenio fueron nuestros compañeros de sana aventura, Río San Juan arriba hasta el Chupón, río San Juan abajo hasta Pueblo nuevo. Eugenio es un genio. Vivió en Brasil ahora en los Estados Unidos y es una figura internacional de las artes plásticas.

Y abajo, en la orilla del río llamada hoy calle Los Puentes antes Avenida Gómez en tiempos del Benemérito, allí los Araujo.El maestro Arquímedes, corpulento,voz grave, orejas peludas, manos gigantes, fabricaba muebles, ensalmaba niños y hablaba del Libertador, su esposa se llamaba Constanza, una santa. Uno de sus hijos llamado Julio, era mecánico, beisbolista y pescador, murió en un accidente de tránsito en San José de Tiznados.Tinto y Pichón militaban en la juventud comunista y con ellos libramos tiempo después – años sesenta-duras luchas.Carmen Araujo había sido nuestra maestra de tercer grado y con Adela comenzamos el bachillerato en el viejo Liceo Roscio de la avenida Bolívar.

Por esa calle Mariño y por esa avenida Sucre subían y bajaban cada noche mujeres de vida triste que alquilaban sus cuerpos por cinco bolívares de los de antes en unos sucuchos de barro debajo del puente de La MULERA. Recordamos a Bola de Nieve, la Batatera, la Cinco Minutos, la Gata y la Quiebra Palo. En uno de esos ranchos murió, el fotógrafo Temístocles Salazar, padre de su homónimo, líder máximo de la Juventud Comunista en el Liceo Roscio y de Carlitos, artista plástico desde niño.

Por eso, por esos Morros, por esa calle,- la más corta y bella avenida del planeta- y con esa gente aprendimos a amar siendo amados, a respetar siendo respetados, aprendimos a soñar soñando y a vivir viviendo. Llegue este recuerdo bueno a la homenajeada Doctora Irma Mendoza, emprendedor espíritu quien tiene la especial condición de estimular, alentar, ayudar como lectora y seguidora de trabajo de historiadores y cronistas, lee, analiza, interpreta, recomienda, aconseja, sugiere y propone. La calidad humana de Irma se pierde de vista. Su angustia es la nuestra, patria, país y república. Partimos de la historia y a ella llegamos. Queremos hacer más, quisiéramos llegar a más en esta búsqueda para nosotros y para los demás.

*Periodista, abogado y Cronista del Municipio Juan Germán Roscio, estado Guárico, Venezuela.

jueves, 18 de septiembre de 2008

¿QUIÉN SOY?


Adolfo Rodríguez*










20


SOY ESE CANTO

del lado aquel

que no palpita

Sones que no oyes

Susurro de aire

Luces despedazadas

Quejumbre de broza

que nunca cesa.


23


NOS DESVIVIMOS

persiguiendo

cosas que

ya poseemos

o nos persiguen

para que no las dejemos de poseer.


4


No quiero más que

mi tristecita.


5


PROVENGO

De légamos indómitos

evasivos marasmos

que yo mismo no logro alcanzar


6


No ansío

mas que los barros

en que fui batido.


10


Procedo de

erupciones que

apenas recuerdan

este rastro de manso

atardecer

en que vamos.


12


Soy un hombre

de tentaciones.

No del todo, eh!

Disputan mi favor:

yo no niego

que cada cual

es objeto

un día

de turbia adoración

pasión leve.

Huyo de todas,

me encuentran

y vuelvo

a empezar.


13


MARGINADO

de todos los mítos

similitudes incesantes

me atraen.


14


Soy pasto que pisas

Tierra resquebrajada

Por secretos temblores

el desapacible cielo

entre ramajes.


19


No me busquen

donde esté mi nombre

si no en los que no

estuve.


1


Surjo

de ladrillos personales,

evidentes al dia

inmediatos a esta costra.

Si muero

me llevaré texturas

que me irguieron

suerte de caparazón noctámbula

que simple se deshace.


2


SOY VOLCANICO

Atemporal

Mal depositado

Una errática duna

Endosada a mí.


81


He nacido en todas partes

Llevo el recuerdo de todos los sitios

Como si estuvieran dentro de mí

Me llaman

Se atraviesan en mis derroteros

No estaré en ninguna parte

En todas quizá.



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*Adolfo Rodríguez: Santa María de Ipire, estado Guárico (1938). Historiador, Licenciado en Letras, Doctor en Ciencias Sociales, Cuentista y Poeta.











VIENTO DEL SUR EDITORES

Coordinador: Arturo Álvarez D´Armas

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