sábado, 4 de diciembre de 2010

FLOR/ESTA


César Seco


La rosa es sin por qué,

florece porque florece.

Rilke


qué

sino ese que se pasea a uno

y otro lado

de la cuerda


qué sino ese alguien

que se haya suspendido a una altura que no teme

y a un vacio

que desconoce


qué de aquello de que pende

su calibrado sosten

por otro que no existe afuera

qué de aquello que lo ciega _

espectativa de la multitud adocenada en el aplauso

o el rechazo


la luz de los focos no lo entienden

no alumbran su paso

en esa brevedad


incomprensible sigilo de la nada


el buey no ara el surco

el surco no ara al buey

no encuentra el surco

el buey/ no ara recto/

desmide la curva

de regreso

al surco/

el buey

no era

buey


qué de su nombre:

de lirio

su tono sónico delira


lo que estuvo está donde no sabe

no sabe dónde está cuando estuvo


lo que anduvo en sus pasos no es lo que ocupa su cabeza

lo que su cabeza ocupa no es lo que es


huido de sí

lo percibido no es más que sombra

y lo que sombra no es más que oído

y lo que oído no más que la voz del ángel

que le susurra su nombre

que no escucha


qué de esa verdad que no lo es

qué de su lengua de supurante baba

indómita saliva

lejano morador de lo oscuro

cegado por desconocida claridad


lo que ves es lo que no dices

y lo que dices no es lo que ves


preguntas que no puedes responder

porque lo preguntado no está

y lo dicho no es lo preguntado


pero esa es tu verdad que no lo es

y nadie refutará lo que no es


qué de sus miembros en desenfrenada carrera

qué de su ruego de sanguíneas percepciones

floresta: flor esta: flor que no ve pero se abre, ésta


qué del imposible nudo que se hace y se deshace

apretando sus muñones


lo evidente se ladea

cuerda desprovista que se tuerce

argolla de nada

de nada hoya su ensoñada vigilia

su vigilado sueño

en lo alto de caer precipitado

al silencio


la golpeada olla/ el tarro de los orines

ese grito que la pared no detiene

ni las heringas callan

en el instante de la ayuna sopa de detritus


qué de la camisa de contensión que lo viste convulsivo

asediado por barbituricos insectos que lamen su piel

empollando encarnecidos huevos

larvas de insomnio fugitivas

canción del asco que no siente

en lo alto/bajo de la cuerda

suspendida


edificio de ascensores bajando y subiendo sin pasajero alguno


los psiquiatras asesinan el alma alimentando el arcoiris con ajenas vidas

enajenadas para ellos en los semblantes de su hipocondria hipócrita


la orbita del abismo no es más que el ojo que te mira sin mirarte

como me miras tú con tus legañas de niño ajusticiado


el cuerdo para ver necesita distinguir entre dios y diablo

el loco no tiene diablo




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