Ponencia presentada en el I COLOQUIO AFROVENEZOLANO "JUAN PABLO SOJO" BIBLIOTECA PÚBLICA CENTRAL , San Juan de los Morros, Estado Guárico 21 de mayo de 2009
UBALDO RUIZ
Historiador y profesor universitario. (Calabozo, estado Guárico, Venezuela)
Fotografías: Arturo Alvarez D'Armas*
Historiador y profesor universitario. (Calabozo, estado Guárico, Venezuela)
Fotografías: Arturo Alvarez D'Armas*
Durante la realización de mi trabajo de investigación histórica para completar la Maestría de Historia de Venezuela en la Universidad “Rómulo Gallegos”, la cual estaba orientada a la reconstrucción del o los procesos que permitieron le erección del Templo colonial de Las Mercedes, de la antigua Villa de Calabozo, me encontré con una importante cantidad de documentos que permitían inferir que aquella edificación probablemente fue levantada mediante el concurso del grupo social llamado para entonces Pardos, es decir, el que estaba conformado por los individuos que había producido el secular mestizaje propiciado durante trescientos años por la conquista y colonización de estos territorios.
De antemano se sabía, porque estaba contenido en el libro de Lucas Guillermo Castillo Lara, Villa de Calabozo. El Derecho de Existir Bajo el Sol, que para la década de 1790 existía en la referida Villa llanera, un importante grupo de Pardos, con aspiraciones políticas, pues intentaron formar parte del Primer Cabildo calaboceño, instalado en 1776. Incluso fueron acusados por los Principales del lugar, de pretender construir iglesia aparte.
Más adelante, los documentos fueron revelando datos que permitían interpretar que fueron los Pardos quienes aportaron sus recursos, en forma de limosnas en dinero, y en especie, además de su trabajo, en la tarea que se propuso el Presbítero Francisco Gregorio Araujo, de construir una Iglesia en donde adorar a la Virgen en su advocación de La Merced. En varios de esos documentos, los frailes que dirigían las labores de construcción se referían a los vecinos con cuyas limosnas se levantaba el inmueble en cuestión, como de “gente pobre, ruda e ignorante”, y de “indigentes y faltos de decencia”, epítetos que permiten colegir que se trataba de personas no pertenecientes a los Blancos Criollos o Principales de la Villa, sino de otro grupo considerado entonces como “inferior”, pero que contaba con la capacidad de asumir la construcción de una edificación que hoy representa una de las más sobresalientes del Casco Histórico de la ciudad de Calabozo.
En el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Caracas se encontró una serie de documentos según los cuales, para el momento en que se levantaba la Iglesia de La Merced de Calabozo (1795- 1804), simultáneamente se edificaba otro templo dedicado a la Virgen del Carmen. Aunque no se identificó el grupo social al cual pertenecían los constructores de esta edificación, pues no era ese el objeto de la investigación, se pudo saber que el hijo del principal impulsor de la obra, José Antonio Montiel, no pudo ejercer en principio el cargo de Escribano que pretendía, pues era acusado de portar el “defecto de pardo”.
La Sección Matrículas Parroquiales del mismo repositorio capitalino, guarda datos a partir de los cuales es posible percibir la importancia cuantitativa de los Pardos en la Villa de Calabozo durante los primeros años del siglo XIX. Para el año de 1796, de un total de 4495 habitantes, casi la mitad, 2022 eran Pardos, mientras que Blancos sólo había 1639; también se contaban 147 Mestizos, 75 Negros Libres, y 458 Esclavos. En 1802 la proporción es similar: 2018 Pardos, 1489 Blancos, 161 Indios, 174 Negros Libres y 836 Esclavos, para un total de 4678 personas.
Como puede observarse los Pardos representaban, en números redondos, la mitad de la población calaboceña para finales del período colonial; incluso, en 1817, disminuida la población total por efectos de la guerra de independencia, los Pardos de Calabozo conformaban más del cincuenta por ciento del total de habitantes, por lo que no es de extrañar una actividad importante de este sector social en el ámbito señalado, por ello se asume como muy pertinente la recomendación hecha por el investigador, poeta y mejor amigo, Arturo Álvarez de Armas, referida a profundizar en la acción de las Pardos en los llanos venezolanos.
*Fotografìas del ponente Ubaldo Ruiz y del público asistente al coloquio.
De antemano se sabía, porque estaba contenido en el libro de Lucas Guillermo Castillo Lara, Villa de Calabozo. El Derecho de Existir Bajo el Sol, que para la década de 1790 existía en la referida Villa llanera, un importante grupo de Pardos, con aspiraciones políticas, pues intentaron formar parte del Primer Cabildo calaboceño, instalado en 1776. Incluso fueron acusados por los Principales del lugar, de pretender construir iglesia aparte.
Más adelante, los documentos fueron revelando datos que permitían interpretar que fueron los Pardos quienes aportaron sus recursos, en forma de limosnas en dinero, y en especie, además de su trabajo, en la tarea que se propuso el Presbítero Francisco Gregorio Araujo, de construir una Iglesia en donde adorar a la Virgen en su advocación de La Merced. En varios de esos documentos, los frailes que dirigían las labores de construcción se referían a los vecinos con cuyas limosnas se levantaba el inmueble en cuestión, como de “gente pobre, ruda e ignorante”, y de “indigentes y faltos de decencia”, epítetos que permiten colegir que se trataba de personas no pertenecientes a los Blancos Criollos o Principales de la Villa, sino de otro grupo considerado entonces como “inferior”, pero que contaba con la capacidad de asumir la construcción de una edificación que hoy representa una de las más sobresalientes del Casco Histórico de la ciudad de Calabozo.
En el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Caracas se encontró una serie de documentos según los cuales, para el momento en que se levantaba la Iglesia de La Merced de Calabozo (1795- 1804), simultáneamente se edificaba otro templo dedicado a la Virgen del Carmen. Aunque no se identificó el grupo social al cual pertenecían los constructores de esta edificación, pues no era ese el objeto de la investigación, se pudo saber que el hijo del principal impulsor de la obra, José Antonio Montiel, no pudo ejercer en principio el cargo de Escribano que pretendía, pues era acusado de portar el “defecto de pardo”.
La Sección Matrículas Parroquiales del mismo repositorio capitalino, guarda datos a partir de los cuales es posible percibir la importancia cuantitativa de los Pardos en la Villa de Calabozo durante los primeros años del siglo XIX. Para el año de 1796, de un total de 4495 habitantes, casi la mitad, 2022 eran Pardos, mientras que Blancos sólo había 1639; también se contaban 147 Mestizos, 75 Negros Libres, y 458 Esclavos. En 1802 la proporción es similar: 2018 Pardos, 1489 Blancos, 161 Indios, 174 Negros Libres y 836 Esclavos, para un total de 4678 personas.
Como puede observarse los Pardos representaban, en números redondos, la mitad de la población calaboceña para finales del período colonial; incluso, en 1817, disminuida la población total por efectos de la guerra de independencia, los Pardos de Calabozo conformaban más del cincuenta por ciento del total de habitantes, por lo que no es de extrañar una actividad importante de este sector social en el ámbito señalado, por ello se asume como muy pertinente la recomendación hecha por el investigador, poeta y mejor amigo, Arturo Álvarez de Armas, referida a profundizar en la acción de las Pardos en los llanos venezolanos.
*Fotografìas del ponente Ubaldo Ruiz y del público asistente al coloquio.
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