domingo, 31 de mayo de 2009

TIPS HISTÓRICOS SOBRE LA ESCLAVITUD EN VALLE DE LA PASCUA Y EN EL ORIENTE DEL GUARICO*

Ponencia presentada en el I COLOQUIO AFROVENEZOLANO "JUAN PABLO SOJO"

BIBLIOTECA PÚBLICA CENTRAL, San Juan de los Morros, Estado Guárico 21 de mayo de 2009


FELIPE HERNÁNDEZ G.

Profesor Titular. UNESR

felipehernandez56@yahoo.es


Fotografias: Arturo Álvarez D'Armas


La presencia de esclavos negros de origen africano, durante el período colonial en los llanos, fue notoria en el espacio geográfico de lo que hoy denominamos estado Guárico. Su presencia se propagó paulatinamente en dirección norte-sur, de manera que a finales del siglo XVIII prácticamente se habían extendido por todo el Guárico.

En el siglo XVI, el descubrimiento de las minas auríferas de San Juan, La Platilla y Mamo y algunos sedimentos con presencia del codiciado mineral en el río Tiznados constituyeron un aliciente para la explotación vinculada al empleo de mano de obra negra esclava. Aunque no abundan las fuentes de información primarias, sin embargo, se dispone de información dispersa en los distintos archivos y repositorios locales, regionales y nacionales. Entre las informaciones que sirven de referencia, destaca la actuación de Garci González de Silva en el descubrimiento de los yacimientos mineros antes mencionados. La efímera duración de la extracción minera determinó la necesidad de dedicarse a la actividad agropecuaria, que se propagó desde San Sebastián de los Reyes hacia todos los confines del llano.

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En lo que respecta a la zona nororiental y suroriental del Guárico, en un censo de sitios de hatos de ganado vacuno y caballar realizado en el Partido de las Palmas en el año de 1723, se contabilizaron sesenta y ocho hatos, con presencia de mano de obra esclava incorporada a las actividades agropecuarias. Según el referido censo el inventario de esclavos lo conforman ciento cuarenta y ocho individuos y cuarenta y dos agregados. Constituyendo la misma, una muestra significativa relacionada con el trabajo de los negros, mulatos y zambos, sometidos al régimen de la esclavitud en la zona.


Fuente: Archivo General de la Nación: Diversos IX (bis). Folios102-140


En el inventario de hatos también se puede apreciar, que muchos de los nombres que aparecen reflejados, han dejado su impronta a través del tiempo, recordándoseles en los topónimos, el surgimiento de sitios, caseríos y pueblos, la vastedad de sus propiedades, y por su vinculación con el llamado mantuanaje caraqueño y sansebastianero. Entre ellos cabe señalarse los casos siguientes:

Don Agustín de Rebolledo, descendiente del conquistador Juan de Villegas, propietario del hato “Belén”, con un inventario de bienes integrados por: 1.403 vacas, 200 terneras y novillos, 400 toros y toretes, 250 yeguas, 250 caballos, 10 esclavos y tres agregados. El hato Belén constituye la génesis de la población de Las Mercedes del Llano.

Don Francisco Carlos de Herrera, notable terrateniente caraqueño de finales del siglo XVII y primeras décadas del siglo XVIII, cabildante y encargado del gobierno como alcalde ordinario, juez de llanos, poseedor de una enorme fortuna heredada de sus padres, que acrecentó una vez que entró en posesión de los cuantiosos bienes de su esposa doña Mercedes Mesones, quien era hija del gran terrateniente de Orituco, el capitán de campo, don Pedro Mesones. Fue Francisco Carlos de Herrera, propietario de los hatos “La Cruz” en jurisdicción del Orituco, y “Santa Juana de la Cruz” en jurisdicción del actual municipio Infante. Aparece con dos inventarios, integrado el primero por: 1.185 vacas, 404 terneras y novillos, 156 toros y toretes, 200 yeguas, 123 caballos, nueve esclavos y cinco agregados. El segundo inventario está conformado por: 263 vacas, 27 terneras y novillos, 25 toros y toretes, 19 yeguas, 30 caballos, siete esclavos.

Cristóbal Ruiz Mesones, seguramente vinculado con don Pedro Mesones en el Orituco, con un inventario integrado por: 73 vacas, 20 toros y toretes, 23 yeguas, 31 caballos, cinco esclavos y tres agregados.

Diego de Ledesma, descendiente de don Alonso Andrea de Ledesma, el valiente ciudadano, que ya anciano, ofrendó su vida combatiendo al corsario Amyas Preston, ante el intento de invadir y saquear la ciudad de Caracas, y cuyos hijos se cuentan entre los fundadores de San Sebastián. Su inventario lo integran 91 vacas, 95 terneras y novillos, 134 toros y toretes, 125 yeguas, 70 caballos, dos esclavos y dos agregados.

El presbítero don Domingo Palacios, con un inventario constituido por: 438 vacas, 63 terneras y novillos, 84 toros y toretes, 293 yeguas, 248 caballos, 19 esclavos y tres agregados, en sus dos hatos.

Joseph de Castro con un inventario general conformado por: 1.024 vacas, 267 terneras y novillos, 335 toros y toretes, 118 yeguas, 101 caballos, 12 esclavos y cuatro agregados.

Domingo de Escobar reseñado como poseedor de 312 vacas, 106 terneras y novillos, 93 toros y toretes, 242 yeguas, 249 caballos, 14 esclavos y un agregado. Escobar es un apellido muy extendido y común en el municipio Infante, en el sitio de Jácome Abajo, al sur de Valle de la Pascua existe una laguna comunal llamada “La Escobalera”.

Juana de Aguirre reseñada en el inventario con de 214 vacas, 37 terneras y novillos, 52 toros y toretes, 200 yeguas, 80 caballos, y 10 esclavos. El apellido Aguirre es un apellido muy común en Tucupido y en todo municipio Ribas.

También son significativos los apellidos Ramírez, Arabia, Belisario, Machuca, Guzmán, Torrealba o Torralba, Gómez, Salazar, Villegas, Vargas, Sarmiento, y otros.

La sumatoria total de los bienes inventariados a los 68 dueños de hatos establecidos en el Partido de las Palmas en el año1723 fue de: 10.298 vacas, 1.758 terneras y novillos, 2.213 toros y toretes, 3.534 yeguas, 2.473 caballos, 148 esclavos y 42 agregados.

Del Partido de Las Palmas, merece señalarse que para 1627 ya existían “negros y mulatos” llevados allí por los dueños de hatos para que les ayudasen en la recolección del ganado. Presencia esclavista o dominadora que debió tener su contrapartida, en cumbes, caseríos, guaridas o rochelas, en virtud de la facilidad con que un negro podía hacerse “cimarrón” a sabiendas que tenía la segura en el ganado.

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En un censo poblacional efectuado en Valle de la Pascua en 1758, se puede apreciar la presencia esclava en las 26 casas censadas, no sólo con la condición de esclavos propiamente, sino también como “esclavos libres”, agregados y sirvientes.

La expresión “esclavos libres” aunque es un contrasentido, lo correcto sería libertos. Se recoge de esta manera, porque así aparece reseñada en el referido censo. Se supone que se refiere a personas que fueron esclavas y obtuvieron su libertad, luego permanecieron viviendo a la sombra de sus antiguos amos como servidumbre, en condición de trabajadores enfeudados. Debe recordarse la categoría de campesinos enfeudados acuñada por el doctor Federico Brito Figueroa, para referirse a los peones, jornaleros, aparceros, medianeros, colonos, pisatarios, etc., en la Venezuela agropecuaria del siglo XIX.

Sobre este aspecto se pronunció Brito Figueroa de manera enfática, especialmente cuando afirma:

La sociedad global que definimos como régimen esclavista venezolano no fue un orden estático… Sometido a contradicciones internas y a la dinámica de las relaciones exteriores que materializaban el dominio colonial y su dependencia del mercado único mundial, generó lentamente los elementos de su propia destrucción y su transformación en un régimen económico que no eliminó la fuerza productiva de los esclavos pero sí la sometía gradualmente a un nuevo tipo de relaciones de servidumbre, fenómeno que comenzó a manifestarse en 1750-1770 y años posteriores hasta predominar en las últimas décadas del siglo XVIII.

Los apellidos de las familias censadas corresponden a miembros de los primeros pobladores del sitio, entre ellos los Zamora, Álvarez, Del Castillo, Hernández, García, Requena, Charmel, González, Sánchez, Suárez, Arévalo, Ramírez, Requena, Regalado, Arias, Llovera, Ojeda, Martínez, entre otros. Todos propietarios de esclavos.

Al tenor de esta primera matrícula, se aprecia que para 1758, la población de Valle de la Pascua se componía de 160 blancos y 44 feligreses negros o de “color quebrado”. Dentro de estos dos estamentos fundamentales se distinguen:

147 Blancos sin calificación especial.

04 Blancos con el calificativo de don.

10 Agregados.

28 Esclavos.

12 Sirvientes.

03 Libertos.

La posesión de esclavos es indicativa de poder económico. Su número refleja la cuantía de las tierras y el monto de los hatos a que han sido adscritos.

El calificativo de sirviente establece una subcategoría dentro del cuerpo servil. Sirviente era el moreno reservado para la atención personal del amo y su familia, para los menesteres del hogar. Esclavo propiamente dicho, es el señalado para el cuidado del fundo y de los animales, para las labores agrícolas, de ganadería o de transporte, además del desempeño en oficios diversos en la casa.

Para la fecha de este primer censo no hay grandes ricos o personas pudientes en Valle de la Pascua. El gran latifundio que había sido Santa Juana de la Cruz se había estrechado por particiones y sucesivas ventas de sus herederos. Juan González Padrón por su pare, no había desplegado aún sus dotes de cálculo y escalada.

Fernando Charmel, aparece como propietario de 4 esclavos, 1 liberto y un sirviente. Don Juan Francisco Requena, poseía 8 esclavos y 1 liberto. José María Sánchez era dueño de 9 esclavos y 1 sirviente, y Juan González Padrón poseía 3 sirvientes.

Para 1790, es decir 32 años después, al cobrar la parroquia fisonomía urbanística, una nueva generación ha reemplazado a los fundadores, y en el panorama socioeconómico se han establecido nuevas correlaciones de poder e influencia. La matrícula poblacional exhibe la estructura siguiente:

228 Blancos con título de don; 424 Agregados; 1 Feligrés con título de capitán, y 125 Esclavos.

La tenencia de esclavos está muy distribuida. Sobresalen, no obstante los propietarios siguientes:

Don Juan González Padrón………………………………24 esclavos.

Don Luis Álvarez Machado……………………………….12 esclavos.

Capitán Ramón Pérez y su mayordoma Francisca Rengifo....21 esclavos.

Don Diego Bolívar………………………………………… 6 esclavos.

Don Francisco Rodríguez…………………………………. 7 esclavos.

Don Juan Lorenzo Ledesma……………………………….8 esclavos.

Don Miguel Hernández……………………………………..8 esclavos.

Doña Josefa Rosalía Fernández…………………………. 4 esclavos.

José Félix Zamora…………………………………………. 3 esclavos.

Don Nicolás Arzola………………………………………….2 esclavos.

Los demás propietarios no poseen, en general, más de uno. Juan González Padrón es, para la fecha el mayor terrateniente, y el mayor dueño de esclavos y de ganado vacuno y caballar. Está en el apogeo de su influencia y poder. Pudiéndose decir, que su ascenso va aparejado con el desarrollo del poblado. Así se puede ver en las distintas matrículas que se suceden a partir de 1758, y como índice de su curva de ascenso, que es llamado Juan González Padrón, se le distingue con los calificativos de don Juan González, el sargento don Juan González y el capitán don Juan González Padrón.

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A continuación se presenta relación de esclavos declarados por doña Juana Catalina Álvarez de Del Hoyo y Arzola en el testamento abierto a su muerte ocurrida en Valle de la Pascua el 10 de diciembre de 1768.

Como se puede apreciar, el testamento de doña Juana Catalina Álvarez Guedez de Del Hoyo y Arzola, viuda de don Pedro Del Hoyo y Arzola, abierto a su muerte, declara ser dueña de nueve esclavos, cinco hembras y cuatro varones. Está considerada la familia Del Hoyo y Arzola - Álvarez, junto con su yerno Juan González Padrón, las familias más importantes de Valle de la Pascua en la segunda mitad del siglo XVIII.

Sesenta años después, en el año 1828 fallece en la localidad de Jácome, jurisdicción de Valle de la Pascua, Manuel González Arzola, hijo de don Juan González Padrón y nieto de doña Juana Catalina Álvarez de Del Hoyo y Arzola. En el cuerpo de bienes que declaran sus herederos, señalan que poseía 09 esclavos de su propiedad, discriminados así: 04 esclavas con edades comprendidas entre 35 y 16 años, valoradas cada una en 200 pesos; una niña esclava de 12 años valorada en 150 pesos y un niño de 07 años valorado en 125 pesos, más dos adultos de 31 y 40 años respectivamente y un niño de 05 años valorados cada uno en 100 pesos, para un total de 1.375 pesos.

Un importante capital para la época, que nos habla de la prosperidad económica y de la condición de principal en la escala social, condición que le venía de sus abuelos, don Pedro del Hoyo y Arzola y doña Juana Catalina Álvarez; continuada por sus padres, don Juan González Padrón y doña Juana Francisca Arzola Álvarez, y mantenida por él.

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A finales del siglo XVIII, el área ganadero-pastoril venezolana cubría buena parte del territorio de la Provincia de Venezuela, en ella se hallaban los hatos más importantes, cuyos propietarios generalmente habitaban en Caracas, y haciendo gala de su ausentismo latifundista, administraban sus propiedades por intermedio de mulatos o negros libres. En ese sentido, en lo que al Guárico respecta, en la jurisdicción de Tucupido, el progreso de la ganadería fue notable, en documentos localizados por el historiador José Antonio De Armas Chitty, se suministran evidencias históricas de indiscutible valor sobre los hatos de la región en el año 1791, así como los nombres y la delimitación de las estancias, los cuales unos corresponden a “sitios viejos” y otros a composiciones y confirmaciones del período de la distribución de los llanos como tierra de conquista, también informa los nombres de los propietarios, la cantidad de esclavos que poseían, así como el número de viviendas y los habitantes de la jurisdicción.


En el censo se aprecia que los 16 hatos reseñados estaban localizados en el oriente guariqueño, manteniéndose hasta la actualidad su presencia en la toponimia de pueblos, caseríos y sitios de los municipios Infante, Ribas, El Socorro, Santa María de Ipire y Zaraza. Así tenemos, que en torno al Hato El Socorro, de José Francisco Hernández, propietario de 17 esclavos, surgió la actual población de El Socorro, capital del municipio de ese mismo nombre.

En alusión al Hato Rincón de Juan Hilario, propiedad de Miguel Faustino Cordero, en jurisdicción del municipio El Socorro se encuentra hoy el sitio llamado Juan Hilario, nombre con el que es designado uno de los hatos de la familia Felizola, de larga tradición ganadera en la zona, donde poseen sitios de recría y velan por la preservación y conservación de la fauna silvestre.

En la Parroquia Espino del municipio Infante se localizaban los hatos La Ceibita de Miguel Martínez de la Guardia, con 13 esclavos; La Puerta de Manuel Andrés Soler, con 4 esclavos; Carángano, con 8 esclavos, y El Macho. El topónimo conocido como el cerro El Macho, al norte de Espino le viene de este hato que fue de María Ramos, y que formó parte, al igual que el hato Carángano, de José A. González, del gran latifundio que fue Santa Juana de la Cruz, del capitán Francisco Carlos de Herrera y Ascanio.

También estaban en el hoy municipio Infante, los hatos El Barbasco, de Ramón Pérez., propietario de 18 esclavos, y La Pastora de Vicente Guzmán, con 2 esclavos. Hoy son dos caseríos localizados al sureste de Valle de la Pascua.

En jurisdicción de Tucupido se encontraban los hatos Morrocoyes de Dionisia Machado, con 21 esclavos; y Cabecera de Morrocoyes de George Guzmán, propietario de 2 esclavos.

El hato La Sierra de Vicente Guzmán, se localizaba al sureste del hoy municipio Zaraza, en la actualidad es un caserío ubicado en los límites de los municipios Santa María de Ipire en el Guárico, y Pariaguán del estado Anzoátegui. Vicente Guzmán era propietario también del hato La Pastora, como se indicó antes.

El hato Santa Bárbara de Augusto Montes de Oca, propietario de 10 esclavos, se localizaba en el hoy municipio Santa María de Ipire, en los límites con los municipios Zaraza y El Socorro; en las inmediaciones de el caserío Chaguaramal de Mayorga y la población de Zaraza al sur, colindante con el hato Garúa, que es o fue por herencia de sus padres, del exgobernador de guariqueño José Antonio Malave Risso. Actualmente el caserío Santa Bárbara de Ipire está en vías de desaparición por migración de sus habitantes a Zaraza y Santa María de Ipire.

En 13 de los 16 hatos había 120 esclavos, siendo el que tenía más, el hato Morrocoyes de Dionisia Machado con 21; seguido del hato El Barbasco de Ramón Pérez con 18; el hato El Socorro de José Francisco Hernández con 17, La Ceibita de Miguel Martínez de la Guardia con 13, y La Mata, de los herederos de J. Díaz, y Santa Bárbara de Augusto Montes de Oca con 10 esclavos cada uno.

La palabra carángano procede la palabra kiwandikila de la etnia Kengue del Congo. Hace alusión al término cordófono que se refiere a cualquier instrumento que utilice cuerdas para emitir sonidos. Sin embargo es importante señalar, que el término carángano no es exclusivo de la lengua congo, sino que existe en otras lenguas africanas con otros significados. En tal sentido, don Lisandro Alvarado, en su Obras Completas distingue tres acepciones, a saber: 1: Piojo. Expresa además que parece corrupción de la palabra “Cáncamo”, y es vocablo geográfico en Venezuela. 2: Leguminosa. Especie de árbol del Zulia, y 3: Instrumento de música popular, de hechura tosca y sonido desapacible.

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En las Memorias y Estudios de la Sociedad Económica de Amigos del País, publicadas en el año 1958, aparecen dos censos de población de Valle de la Pascua, correspondientes a los años 1825 y 1833 respectivamente, en ellos se aprecia lo siguiente:

Para el año 1825, la población de Valle de la Pascua la conformaban: 38 Matrimonios, es decir: 38 Hombres y 38 mujeres casados; 130 párvulos y jóvenes hasta 16 años; 68 hombres solteros con edades comprendidas entre 16 y 50 años; 8 hombres solteros de más de 50 años; 208 mujeres solteras y niñas. La población esclava estaba conformada por: 13 esclavos solteros y párvulos y 7 esclavas solteras y párvulas, para un total de apenas 20 personas en condición de esclavas. El total general es de 510 habitantes. No se reflejan cifras de esclavos y/o esclavas casados.

Para el año 1833 la población general de Valle de la Pascua es de 1.178 personas libres y 70 esclavos.

Los esclavos estaban distribuidos de la manera siguiente:

Esclavos solteros hasta 10 años: 7; y esclavas solteras hasta 10 años: 8.

Esclavos solteros de 10 a 16 años: 6, y esclavas solteras de 10 a 16 años: 6

Esclavos solteros de 16 a 45 años: 15; y esclavas solteras de 16 a 45 años: 24

Esclavos solteros de 45 a 60: años: 2; esclavas solteras de 45 a 60 años: 1

Esclavos de más de 60 años: 0, y esclavas solteras de más de 60 años: 1

Número de matrimonios: 0.

Para un total de habitantes en la parroquia Valle de la Pascua del Cantón Chaguaramas de 1.248 habitantes.

Como se puede apreciar, en apenas ocho años, la población libre aumentó de 490 a 1.178 personas, y la población esclava ha aumentado de 20 a 70 individuos. En ambos casos, la población esclava es poco significativa al comparársele con la población libre.

No existe la menor duda, que la población referida en ambos censos es solamente la que vive en el poblado, es decir la población urbana, no apareciendo reflejada la población que vivía en los campos, especialmente en las fincas, hatos y predios ganaderos, propiedad de los principales de la comarca, donde el número de esclavos era seguramente bastante significativo.

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La matrícula que se presenta a continuación es una relación de compra-venta y manumisión de esclavos en Valle de la Pascua, de los años 1837, 1838 y 1840.


La matrícula constituye una muestra en la que se puede apreciar el proceso de compra-venta de esclavos en Valle de la Pascua en el año 1837, los apellidos de los compradores y/o vendedores son apellidos de larga tradición en la zona, generalmente vinculados con los primeros pobladores, principalmente canarios, que se establecieron en el sitio a partir del año 1726. Especialmente los apellidos Rengifo, Machado, Chacín, Rondón, Matos y Pérez.

Llama la atención la libertad de nueve esclavos que aparece registrada, dos en el año 1838 y siete en 1840. En los documentos consultados sólo Antonia Ramírez expone la razón que la inducen a la liberación, diciendo que “le da libertad a su esclava Juliana de 27 años de edad, por consideración a su madre que había sido esclava”. Aunque no está claro si se refería a la madre de la esclava o a su propia progenitora, es posible inferir que se estaba refiriendo a la madre de la esclava, posiblemente en un gesto de gratitud a la madre por seguramente servicios prestados.

En este caso también, los apellidos son de larga tradición en Valle de la Pascua, entre ellos los González, Álvarez, La Cueva, Herrera, Díaz, Rodríguez, en el caso de Norberto Belisario y Ana Cecilia Álvarez se cuentan entre los principales del poblado en el siglo XIX, generalmente unidos a través de lazos de consanguinidad y afinidad. Don Norberto Belisario por ejemplo, era miembro de la Cofradía del Santísimo, sociedad responsable de mantener siempre encendida la lámpara perpetua de la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria de Valle de la Pascua.

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Finalmente, es muy variada la información sobre la esclavitud y la vida de los esclavos en el Guárico colonial y republicano hasta el año 1854, información que se encuentra depositada en registros, archivos y repositorios civiles y eclesiásticos nacionales, y de los municipios guariqueños, además es importante la información oral que ha sido trasmitida familiarmente a través de generaciones. Es una tarea pendiente que está por realizarse. Información valiosa para desmontar la tesis que sostiene la supuesta escasa presencia de esclavos en el Guárico colonial.

También es importante para comprender la participación de los afrodescendientes, como sujetos activos en la construcción histórica del país, partiéndose de los espacios conformados en los diversos territorios geográficos y simbólicos que constituyen procesos particulares en la continua recreación de las expresiones propias de la presencia ancestral africana.

En ese sentido, algunos aspectos de la temática a abordar en la tarea a realizar, serían los siguientes:

- Las rochelas de negros cimarrones que se gestaron en el Guárico, puesto que está suficientemente demostrado que contingentes apreciables de negros se refugiaron en estos llanos, formando rochelas y cumbes, que luego se integraron a los ejércitos realistas y patriotas que se organizaron y lucharon en sus predios y más allá.

- El proceso de fusionamiento del negro con el paisaje guariqueño y su contribución en la gestación de la guariqueñidad.

- Proceso de pérdida de las manifestaciones culturales propias de la africanidad que todavía perviven en estados como Miranda y Yaracuy, y que en los llanos del Guárico desaparecieron, por asimilación de la cultura y las costumbres propias de la zona. Por ejemplo en la música, los bailes, la canta, etc.

- La variedad de topónimos y su origen étnico-lingüístico.

- El puerto de Píritu en el hoy estado Anzoátegui, como lugar por donde entraban los negros para la compra-venta de los esclavistas, hateros y habitantes del oriente del Guárico.

- La pervivencia de sitios y grupos humanos que no se reconocen como de origen africano y esclavo. Caso de los llamados “Los Lecunas”, familia extendida de apellido Ramírez, habitantes en un predio rural al sur de Valle de la Pascua, fusionados con los habitantes del caserío Apamate, que rechazan con ardor tal calificativo (Lecunas), no reconociéndose como descendientes de los negros esclavos que el gran terrateniente sansebastianero y orituquense, Jacobo Ramírez de Salazar, tenía en su hato “La Barrosa” y en sus otros 12 hatos localizados en el sureste del Guárico, en la segunda mitad del siglo XVIII. En el caso de La Barrosa, devenido en un caserío vecino de la comunidad de Apamate.

En el Guárico oriental son muchos los topónimos y los vestigios que hablan de la presencia esclava. Personalmente he realizado algunos trabajos sobre: Los Negros de la Rebelión de Andresote traídos al Guárico por el presbítero Fray Tomás de Pons en 1733, de donde surgieron como consecuencia del arrochelamiento, las comunidades de Parmana a orillas del Orinoco y al sur de la Parroquia Espino, y Terecay en la Parroquia Cabruta.

Nuestra participación sólo pretende dar un aporte sobre la esclavitud en el Guárico, en el entendido, que en la extensa geografía guariqueña la presencia africana fue bastante significativa, constituyéndose en elemento esencial en la formación del llanero, en el entendido, que es imposible comprender el proceso de emancipación nacional sin hacer referencia al contingente negro y sus descendientes en condición de esclavos, que habitaron estas llanuras durante los siglos XVII y XVIII y la primera mitad del siglo XIX.


REFERENCIAS

ALVARADO, Lisandro. (1984), Obras Completas. Caracas: Talleres Cromotip. P. 1023.

ARCHIVO ARZOBISPAL DE CARACAS. Sección Parroquias. Año 1758.

ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (AGN): Diversos IX (bis). Folios102 -140.

BRITO FIGUEROA, Federico. (1979): Historia Económica y Social de Venezuela. Tomo I. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Ediciones de La Biblioteca. Colección Historia III.

BRITO FIGUEROA, Federico. (1978): La Estructura Económica de Venezuela Colonial. Tercera edición. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Colección Ciencias Económicas y Sociales XXII. p. 307.

CHACÍN SOTO, Rafael. (1972): Orígenes de Valle de la Pascua. Valle de la Pascua: Publicaciones de la III Feria de la Candelaria.

DE ARMAS CHITTY, J. A. (1961): Tucupido. Erección en Parroquia. 1787 – 1789.

HERNÁNDEZ G. Felipe. (2005): Acciones de Fray Tomás de Pons con los Negros de la Rebelión de Andresote en los Llanos del Guárico. 1731-1733. Caracas: UNESR – CDCHT. 1era. Jornada nacional de Historia de la UNESR.

REGISTRO SUBALTERNO DE ALTAGRACIA DE ORITUCO, 1768. Bloque 5. Testamento de Doña Juana Catalina Álvarez Guédez de Del Hoyo y Arzola, 1768.

REGISTRO SUBALTERNO DE VALLE DE LA PASCUA. Protocolos de Instrumentos Públicos 1829

REGISTRO SUBALTERNO DE VALLE DE LA PASCUA. Años 1837, 1838 y 1840.

Compra-venta No. 6. Protocolo 8, de fechas 11/09/1837 y 11/10/1837.

Compra-venta No. 1. Protocolo 110, de fecha 19/12/1837.

Compra-venta No. 2. Protocolo 120, de fecha 10/05/1837.

Compra-venta No. 1. Protocolo 11, Año 1838.

Compra-venta s/n. Protocolo 12, Libro único, Año 1840.

RODRÍGUEZ, Adolfo. (1994): El Estado Guárico. Orígenes, Mundo y Gente. V Centenario del Encuentro de Dos Mundos. San Juan de los Morros: Editorial Cultura.

SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS. (1958): Memorias y Estudios. Caracas: Publicaciones del Banco Central de Venezuela. Tomo l. pp. 352-354.


*Nota: Para mejorar visión o detalles de los cuadros que aparecen en la ponencia favor hacer clik individualmente sobre los mismos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por permitirnos estar en ese coloquio

australes dijo...

Amigo Alí Reyes eres un perenne invitado a nuestras actividades. Gracias por tu presencia y participación, abrazos.

australes dijo...

Amigo Alí Reyes eres un perenne invitado a nuestras actividades. Gracias por tu presencia y participación, abrazos.

Manualidades dijo...

eSTOY bUSCANDO DE LA FAMILIA cHARMEL, DEL CUAL SOY PARTE DE LA FAMILIA, Y GRACIAS A SU INVESTIGACION ENCONTRÉ DE FERNANDO CHARMEL... GRACIAS

Yamileth Suárez dijo...

Maravilloso trabajo... en mi árbol genealógico encuentro Arzola, Alvarez, Diaz, Ledezma, Suarez Loreto, Marrero, Matos... etc y lecturas como estas nos hace sentir mas ligados a nuestros orígenes, en lo que a mi respecta... Gracias